La Fundación Mapfre de Madrid acoge una muestra sobre el fotógrafo decimonónico que inspiró a los grandes del surrealismo
ÁNGELES GARCÍA - Madrid - 25/05/2011
O eclipse, 1912 |
París es, seguramente, la capital que más ha inspirado a los artistas. Las calles y rincones de la ciudad por excelencia han sido (y siguen siendo) escenario de películas, tramas literarias y, en general, toda clase de obras de arte. Pero nadie como Eugène Atget (Libourne 1857-París 1927) ha retratado con tanto amor y fidelidad la vida y las calles del viejo París.
Considerado el precursor de la fotografía documental y copiado hasta la saciedad, Atget entendió siempre su trabajo como un oficio al que se dedicó con minuciosidad. Nunca consideró que lo que él hacía con su cámara fuese arte. Sin embargo su obra no solo está en los museos sino que protagoniza una de las exposiciones más importantes de la temporada artística del verano: Eugène Atget. El viejo París que mañana se abre al público en la sede madrileña de la Fundación Mapfre.
Más de dos centenares de fotografías escogidas entre un fondo de 4.000 (procedentes de Museo Carnavalet de París o la George Eastmann House de Rochester, Nueva York) recrean cada rincón de esa ciudad que, cuidada por sus ciudadanos (y sus políticos), sigue siendo una de las más bellas del mundo.
Son imágenes en las que se entra en aquel París a través de las aldabas de las puertas, de las elegantes escaleras interiores, de los azulejos y los adoquines de las aceras, de los puestos de verduras y frutas, de las prostitutas apostadas en las puertas de las casas de citas... La exposición contiene 12 secciones que muestran la pureza y autenticidad con las que Atget trató su trabajo.
Modesto siempre, Atget inspiró a los surrealistas. El álbum de fotos de Man Ray, con 40 trabajos de Atget, cierra el recorrido de la exposición.
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