Hamás ha conseguido imponer en la Franja su visión integrista
del islam
ANA REQUENA AGUILAR ENVIADA ESPECIAL 02/10/2010
Cada
lunes por la mañana, Sumenia deja la comida preparada, cruza unas cuantas
calles del centro de Jabalia, al norte de la ciudad de Gaza, y pasa unas horas
en el gimnasio, un lujo al alcance de muy pocos en la franja de Gaza. Sumenia
tampoco podía permitírselo: pertenece a una familia humilde. Durante la última
guerra, a finales de 2008, en la que el ejército israelí asesinó a unos 1.400
palestinos, la mayoría de ellos civiles, una bala perdida entró en su pierna
y la hizo trizas. Su salud empeoró, apenas podía moverse. Además, las cosas
se pusieron feas en casa: su marido se mostraba violento con ella.
Semanas
después, el médico de Sumenia le recomendó acudir a un centro para mujeres de
la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA). Allí fue donde
descubrió el gimnasio, y donde le ayudaron a controlar la violencia de su
marido. Su pierna se ha recuperado y ha perdido peso. "Ahora puedo hasta
bailar", dice con una sonrisa tímida. Las cosas en su casa también han
mejorado.
Como
Sumenia, el porcentaje de mujeres que sufren violencia doméstica en la franja
de Gaza ha aumentado desde la operación Plomo Fundido. Si en 2006, el
27% de las mujeres admitía haber sufrido violencia física, en 2009 el
porcentaje de palestinas de Gaza expuestas a este tipo de agresiones ascendía
al 52%, según el Centro Palestino de Estadística y del Centro de
Información de las Mujeres Palestinas.
Los
ataques del ejército israelí golpearon a una población maltrecha. La economía,
asfixiada por la destrucción y el bloqueo, generó un paro que ronda el 40% de
la población y que envió a miles de hombres a sus casas. La frustración, los
traumas y el miedo hicieron mella en las familias. "Es frecuente que en
las sociedades que han sufrido conflictos, las mujeres sientan una fuerte
obligación de quedarse en casa y cuidar de sus hijos y recomponer su
hogar", explica una de las responsables de asuntos de género de la UNRWA
en Gaza.
Pero
hay también otros factores que han contribuido a empeorar la vida de las
mujeres de Gaza en los últimos años. "La situación ha empeorado por
el bloqueo impuesto por Israel a la franja de Gaza, por la sangrienta guerra
interna que se libró entre las facciones palestinas Hamás y Al Fatah y por los
crecientes ataques de Israel", resume Mona el Farrah, doctora y reconocida
activista por los derechos de las mujeres, desde su despacho de la ciudad de
Gaza.
Además,
desde que Hamás tomó el control de la Franja en 2007, ha conseguido imponer en
la sociedad una visión fundamentalista del islam que presiona especialmente a
las mujeres. "La sociedad de Gaza siempre ha sido familiar, tradicional,
pero antes podías ver a muchas mujeres sin velo, era algo normal. También veías
a gente en la playa en traje de baño y no pasaba nada. Ahora no es así, y las
mujeres sienten esa presión social", afirma una activista de una ONG local
que prefiere no dar su nombre.
El
de Jabalia, al norte de Gaza, es uno de los diez centros integrales para
mujeres que la UNRWA tiene en funcionamiento a lo largo de la Franja y que
buscan mejorar la calidad de vida de las mujeres y atajar las situaciones
de violencia actuando sobre varios frentes.
En
primer lugar son puntos de encuentro donde conocer a otras mujeres y compartir
experiencias en un ambiente seguro. Son también centros de formación donde
pueden estudiar cursos de inglés, reforzar sus conocimientos de árabe, aprender
manualidades e informática, y acudir a actividades lúdicas como cinefórum,
teatro y gimnasio. Por último, las mujeres encuentran asesoramiento en caso de
que sufran violencia de género.
"Sentirse
independientes"
"Les
sirve para mejorar sus posibilidades de encontrar un empleo, sus habilidades,
para involucrarse en la educación de sus hijos, para conocer a otras mujeres,
salir de casa, socializarse, sentirse independientes...", explica una de
las encargadas del centro de Jabalia. Para tratar de lleno el tema de la
violencia doméstica, los centros organizan grupos de discusión separados
para hombres, mujeres, niños y familias en los que se les enseña a identificar
y prevenir la violencia, o, en el caso de que ya se produzca, para intentar
acabar con ella. Más de 1.700 personas han participado ya en estos talleres.
Involucrar a los hombres fue difícil, pero necesario. "Dejan venir a las
mujeres y vienen ellos mismos cuando ven que es algo inofensivo y que repercute
positivamente en sus vidas", asegura la responsable.
La
situación actual de Gaza hace prácticamente imposible la idea de construir
refugios para las mujeres víctimas de malos tratos. "Aquí es muy difícil
que una mujer abandone su casa, su familia, choca con la mentalidad de la
gente", afirma una responsable de la UNRWA. El pequeño tamaño de la Franja
(40 kilómetros de largo con un ancho que oscila entre los 6 y los 12
kilómetros) y el bloqueo impuesto por Israel complica las cosas: "Todo
el mundo conoce a todo el mundo, sería muy fácil para cualquiera encontrar
dónde está el refugio".
La
falta de libertad de movimiento de la población palestina de la Franja, controlada
de forma férrea por Israel al norte y por Egipto al sur, hace imposible el
tráfico fluido de personas y, por tanto, la huida de las mujeres a otros
lugares como por ejemplo Cisjordania, donde sí hay una casa de acogida.
Esta
situación pone en valor los centros de la UNRWA, así como otros proyectos que
tratan de mejorar la situación de las mujeres. Mona el Farrah supervisa algunas
de estas iniciativas, como por ejemplo la alfabetización y el seguimiento
médico de muchas mujeres, especialmente refugiadas, que no pueden acceder a
ninguna de las dos cosas: "Damos un trato global, físico y psicológico,
apoyo social, educación, las animamos a que se reúnan con otras mujeres, a
que salgan de casa y amplíen sus ideas". En uno de los centros
supervisados por El Farrah se encuentra la única máquina para hacer mamografías
de toda la Franja. Ofrecen incluso pequeñas pautas de planificación familiar,
que hoy en día en una Gaza controlada por Hamás consisten sencillamente en
consejos sobre el tiempo recomendado entre embarazos.
Mona
el Farrah. Doctora y activista de Gaza
¿Cuál es la situación de las mujeres en Gaza?
Las mujeres en Gaza están
sufriendo porque la situación completa no es justa. La economía de Gaza es
terrible, el desempleo ha crecido. Eso hace mella en las familias y son las
mujeres las que se llevan la peor parte. Ellas tienen más responsabilidad,
tienen que lidiar con un aumento creciente de la violencia dentro de la
familia, con los problemas psicológicos de la familia. Tienen que ser fuertes y
poner sobre sus hombros el sufrimiento de los demás mientras al mismo tiempo
son víctimas.
¿Qué hacen para luchar contra la violencia de género?
Hacemos
lecturas, por ejemplo, para tratar el tema de la violencia. Intentamos extender
los programas de prevención y de apoyo psicológico para que aprendan a estar
alerta, a identificar estas situaciones y a lidiar la violencia.
¿No pueden
abandonar sus casas?
La mayoría de las mujeres que sufren violencia doméstica
tienen que quedarse en casa. La construcción de refugios suscitaría mucha
presión social. Pero además, este no debería ser un asunto de las ONG sino que
debería ser un asunto del Gobierno. Sin apoyo político para cambiar la
situación, todo quedará igual.
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