Martín
Santos Yubero retrató con pase el Madrid republicano y franquista, que ahora
sale a la luz en una exposición que muestra su archivo de 500.000 fotos
PEIO H.
RIAÑO MADRID 22/10/2010
Perruquería do cárcere de Porlier, Madrid 1941 |
Con la llegada de los años
del plomo y la represión, de la "muerte de la inteligencia", los
reporteros gráficos que documentaron y arengaron a las tropas republicanas con
sus fotos en la prensa, tuvieron dos opciones: huir, como Agustí Centelles
(1909-1985), o quedarse y camuflarse con nuevas ropas, como hizo Martín Santos
Yubero (1903-1994). El fotógrafo madrileño, tras la derrota militar de la
República, fue generosamente obsequiado con el carnet oficial de prensa del
régimen franquista, que se encargaría de cerrar tantos periódicos y revistas
que de 2.000 editados en la República, quedaron en 87, en 1945 (de ellos más de
la mitad oficiales).
Su reingreso en el diario Ya
fue el mismo día de la caída de Madrid, el 28 de marzo de 1939, y tuvo pase
especial emitido por el general Andrés Saliquet para moverse libremente entre
las tribunas del primer desfile de la Victoria, el 19 de mayo del mismo año.
El mismo Santos Yubero que retrató el Madrid republicano, que corrió libre por
los frentes de la defensa del Gobierno legítimo, se convirtió en uno de los
decanos de la nómina e reporteros oficiales del momento y eso le otorgó un
archivo único: nunca nadie estuvo tan cerca de un besamanos de Franco, nunca
nadie en la plaza de toros de las Ventas con las tropas nazis desfilando o a
los pies de la Cibeles, enterrada entre sacos terreros por el ejército de la República
para protegerla, desenterrada por el Madrid fascista.
Santos Yubero no tardó,
por tanto, en calzarse las nuevas ropas a las que fueron obligados vestir los
periodistas gráficos, gracias a una norma que ejecutaron las nuevas autoridades
y su obsesión por controlar a la prensa: los reporteros debían vestir uniformes
de inspiración castrense, diseñados por los estilistas de Falange Española.
"Fue un hombre de la
situación: cuando tocaba la República, republicano; con la
guerra, anarquista; cuando tocó la Dictadura, falangista", cuenta Publio
López Mondéjar, comisario de la exposición El Madrid de Santos Yubero.
Crónica gráfica de medio siglo de vida española, 1925-1975, que abrirá sus
puertas este sábado en la Sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid. López
Mondéjar ha trabajado durante más de dos años entre los aproximadamente 500.000
negativos conservados en el Archivo Regional de la CAM, por los que en 1988 el
Gobierno del entonces presidente de la región, Joaquín Leguina, pagó 1.750.000
pesetas.
"A algunos no nos
hizo mucha gracia aquella orden", recordaba Santos Yubero
en 1981 sobre su nueva vestimenta. "Pero la verdad es que casi todos
llegamos a vestir aquel uniforme con correajes. Yo lo llevé unos cuantos meses.
Recuerdo que el propio director del Ya me envió una carta indicándome la
obligación de llevarlo, y hasta me indicaba la sastrería a la que debía ir para
que me lo confeccionasen. Por supuesto, el uniforme lo pagaban los propios
periódicos. Al final, acabé acostumbrándome a ver a mis compañeros con aquellos
abrigos que parecían de campaña".
Hasta en la cocina
Lo cierto es que, tal y
como asegura López Mondéjar, "esta sorprendente militancia del fotógrafo
en la Segunda Centuria de Falange, le permitió estar presente en lugares tan
inaccesibles entonces para los fotógrafos como las prisiones de la ciudad, que
conocía bien gracias a su cercanía con el enigmático líder de la FAI,
Melchor Rodríguez".
Isabel Rosell, actual
directora general de Archivos, Museos y Bibliotecas, anunció hace un par de
años la intención del Gobierno regional de rescatar el maravilloso archivo,
olvidado desde su adquisición, enfrascado en los pormenores de la catalogación.
La exposición del trabajo de Santos Yubero durante 50 años en Madrid es testigo
de los cambios sociales y políticos del país, y saca a la luz imágenes inéditas
hasta el momento de la guerra y la posguerra a las que ha tenido acceso este
periódico.
Antes de cambiarse la
chaqueta para sobrevivir en una ciudad con nuevos colores, desarrolló una
actividad vertiginosa como reportero en los frentes de la sierra, Casa de Campo
y Ciudad Universitaria. Pero las carencias del material fotográfico adecuado de
los reporteros españoles que recurrían a sus antiguas y pesadas cámaras de
placas les dejaban en clara desventaja frente a los Capa, Chym, Opless, Taro,
Hans Namuth o George Reisner: "Lo peor era saber que junto a nosotros
trabajaban muchos reporteros extranjeros con sus Leicas y película de
sobra. Los enviaban sus periódicos perfectamente equipados y hasta me temo que
a algunos los trataban los mandos militares y los comités obreros mejor que a
nosotros", cuenta el comisario de la exposición que le dijo Martín Santos
Yubero en entrevistas que mantuvo con él.
"A mediados de 1937
nos quedamos casi totalmente sin material fotográfico,
sin películas, reveladores, ni papeles, ni nada. Así es que nos vimos forzados
a un paro obligatorio por la escasez de material", recordaba el fotógrafo.
La mayoría de sus
fotografías de guerra aparecieron publicadas en el ABC, subtitulado
entonces como Diario Republicano de Izquierdas, aunque ya venía
colaborando con este periódico desde 1931. De hecho, Santos Yubero encontró
dificultades para trabajar en el frente republicano por su vinculación
profesional con la Editorial Católica.
De ahí que los días que
siguieron al golpe de Estado contra la República no fueran los más felices para
este fotógrafo: estuvo detenido un par de semanas por su presunta participación
en el Movimiento. "Siempre se había recelado de las imágenes exclusivas
del asesinato de Calvo Sotelo, por lo que no dejaron de interrogarme por mi
posible colaboración con su partido político. Menos mal que encontré pronto la
ayuda de Indalecio Prieto, que hizo lo que pudo para que fuese puesto en
libertad", según contó el reportero.
Una vida intensa
Con la ayuda de la
documentalista Lucía Laín, Publio ha hurgado entre las cientos de miles de
fotografías, que Santos Yubero se atribuyó a pesar de trabajar con un nutrido
equipo, a los que retiró la firma de sus fotos para que todo quedara a su
nombre. Recuerda el historiador que el propio fotógrafo afirmó en más de una ocasión
que con aquellas severas restricciones de libertad de la Dictadura era
imposible realizar un trabajo digno. Confesaba, ya jubilado, que los mejores
momentos del reporterismo gráfico español del siglo XX habían sido los de la
República y la Guerra Civil.
Los
peores fueron los del franquismo, cuando Santos Yubero tuvo el privilegio de
retratar sin restricciones la nueva España, o casi: "Todo eran tomas de
posesión, inauguraciones, homenajes y cosas así. Yo traté de librarme de
aquella rutina haciendo cosas de teatro [su primera vocación antes de comprarse
una cámara de fotos a los 20 años de edad] y de toros que tenían cierto
interés, como el libro que hice sobre Manolete. No es que fuera nada
apasionante, pero al menos me sentía en mi ambiente, rodeado de toreros y de
gentes del espectáculo" y de cientos de brazos en alto saludando al
caudillo antes de empezar la corrida.
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