El éxito de 'Inside Job' pone el foco sobre una nueva ola de documentales volcados en la descripción de un mundo en descomposición
CARLOS PRIETO MADRID 04/04/2011
Influir sobre la realidad política es uno de los sueños húmedos de los documentalistas sociales. Charles Ferguson, director de Inside Job, puede presumir de haber resucitado el debate sobre la responsabilidad del crash financiero de 2008. Pero Inside Job, que puso en aprietos a algunos peces gordos de Wall Street, no es la única cinta con un enfoque novedoso sobre los numerosos frentes de la crisis global. De los bastidores del comercio mundial de mercancías a la gentrificación de los barrios, el documental contemporáneo se ha volcado en la descripción de un mundo en crisis.
Libre mercado
Premiada en Venecia y Gijón, The Forgotten Space es una de las mejores descripciones hasta ahora sobre los efectos de la globalización capitalista. Sus directores, Noël Burch y Allan Sekula, se sumergen en las tripas de las rutas del transporte marítimo de mercancías para mostrar los costes sociales del libre comercio internacional. La crisis vista a través de los grandes cargueros de contenedores que pese a la creencia de que la globalización ha abolido las distancias siguen moviendo con lentitud el 90% de las mercancías mundiales. "Nuestra premisa es que el mar sigue siendo el espacio crucial de la globalización. En ningún otro lugar se hace tan patente la desorientación, violencia y alienación del capitalismo contemporáneo", dicen sus directores.
Gentrificación
Veréna Paravel, codirectora junto a J. P. Sniadecki de Foreign Parts, encontró el tema para su cinta caminando por las calles (es un decir) del Nueva York olvidado. Ganadora del Festival Punto de Vista, cuenta la lucha de los habitantes de Willets Point, una zona industrial sin urbanizar, contra el desalojo del lugar a cargo de las fuerzas de la gentrificación y la especulación inmobiliaria. En Willets Point,convertido en un enorme desguace de coches, no hay aceras ni alcantarillado. Pero, contra todo pronóstico, su variopinta comunidad, marginados que viven del reciclaje de los excedentes de la sociedad de consumo, se resiste a abandonar el lugar.
Apocalipsis urbano
Detroit, ciudad salvaje podría ser una adaptación de La carretera dirigida por J. G. Ballard, rey de las distopías apocalípticas. Pero es un documental realista sobre el Detroit contemporáneo dirigido por el director francés Florent Tillon. O cómo una urbe considerada en su día un laboratorio del futuro, cuna del automóvil y creadora del techno, se ha convertido en el paradigma de la decadencia urbana. Rascacielos abandonados, gigantescos aparcamientos vacíos y perros caminando solitarios por avenidas sin presencia humana. Ruinas sobre las que emergen ciudadanos (¿héroes?) dispuestos a reconstruir el tejido comunitario. La principal lección de Detroit es que la combinación de una reconversión industrial fallida con la deslocalización empresarial clásica de la economía global puede ser tan destructiva para una ciudad como una catástrofe natural. ¿Seguro que el Katrina no pasó por Detroit?
Guerra
Restrepo, dirigido por el fotógrafo Tim Hetherington y el periodista Sebastian Junger, narra las desventuras de los soldados estadounidenses en la guerra de Afganistán. El filme, nominado al Oscar y premiado en Sundance, sigue los fallidos intentos del segundo pelotón de la Brigada Aerotransportada 173 por controlar el valle de Korengal, junto a la frontera afgano-pakistaní, un territorio inhóspito de apenas 10 km convertido en una de las mayores pesadillas de la maquinaria de guerra estadounidense. El día a día de un grupo de jóvenes soldados que se mueven entre el terror a ser eliminados y la perplejidad por no comprender bien el sentido profundo de lo que están haciendo allí.
La editorial Crítica publicó hace unos días Guerra, de Sebastian Junger, reportaje periodístico sobre su paso por Afganistán que complementa las imágenes de Restrepo.
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