Centenares de personas junto con asociaciones de víctimas se concentraron
frente al muro minado levantado por Marruecos para dividir el Sáhara Occidental
PATRICIA CAMPELO Campamento '27 Febrero' (Argelia)
Una
fortificación de más de 2.000 kilómetros rodeada de minas antipersonas y
custodiada por 180.000 soldados divide de norte a sur el desierto del Sáhara. A
un lado quedan los territorios ocupados por Marruecos en 1975 y, al otro, los
campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia). Frente al muro levantado por el
reino alauita se manifiestan, desde hace cinco años, asociaciones,
particulares, familias españolas con menores saharauis en acogida y el Frente
Polisario, representante político del pueblo saharaui.
Este año,
coincidiendo con la jornada mundial contra las minas antipersona, la Asociación
Saharaui de Víctimas de Minas (ASAVIM) aprovechó la cita para denunciar la
vigencia de las municiones que utiliza Marruecos a lo largo de la línea
divisoria trazada en 1980, en plena guerra entre el reino de Hasán II y el
Frente Polisario tras abandonar España el territorio. A escasos 400 metros del
territorio minado, un grupo de hombres mutilados descubrieron, el pasado
viernes, sus piernas ortopédicas que sustituyen a las que perdieron por culpa
de una munición prohibida por el Tratado de Ottawa, en vigor desde el 1 de
marzo de 1999. "Venimos a manifestarnos para que las organizaciones
internacionales presionen a Marruecos para que ratifique el tratado y deje de
ser una máquina de sembrar minas", aclara Ahmed Sidali, presidente de la
ASAVIM y víctima de la explosión de un artefacto por el que pasó el coche en el
que viajaba, el 16 de enero de 1979. Aquel día, a consecuencia del estallido,
perdió un brazo y las dos piernas y murió un ocupante del vehículo.
"Estimamos
que hay cerca de siete millones, pero la cifra real puede alcanzar los diez
millones, lo que convierte esta zona es una de las más contaminadas del
mundo", explica Sidali, apostado a escasos dos metros de un círculo de
piedras que señaliza un punto que podría albergar una mina antipersona.
"Esta zona está plagada", advierte.
Sobre el
origen de estas municiones, el ministro saharaui de Cooperación, Hach Ahmed,
asegura que no todas son de la etapa bélica, entre 1975 y 1991. "Tenemos
constancia de la existencia de minas antipersonas muy modernas, lo que nos
lleva a considerar que Marruecos sigue sembrando estos artefactos".
Interrogado sobre la adquisición de estas minas, Ahmed se limita a sugerir que
el reino de Mohamed VI "tiene convenios militares con países como Estados
Unidos, Francia y España".
La
manifestación de rechazo al muro, denominado por los saharauis como "de la
vergüenza", supone, a juicio del ministro de Cooperación "un acto
masivo, con presencia de cerca de 1.000 personas, para denunciar la afrenta a
la dignidad humana que significa la existencia de un muro de estas
características en pleno siglo XXI". El político saharaui también apunta a
la responsabilidad española sobre el territorio: "España sigue siendo la
potencia administradora del Sáhara por lo que el Gobierno español podría
considerar este muro como una fortificación levantada en una provincia española
más". Ahmed se refiere de este modo a la resolución S/2002/161 de Naciones
Unidas que niega la transferencia de soberanía del Sáhara Occidental a
Marruecos y Mauritania a través de los acuerdos tripartitos firmados en Madrid
en 1975.
Desminado de
terrenos "liberados"
Con todo, son
las propias asociaciones las que destinan esfuerzos a las labores de desminado
de las zonas próximas al muro en colaboración con el gobierno de la República
Árabe Saharaui Democrática (RASD) y el Frente Polisario. Hasta la fecha, la
organización británica Action on Armed Violence ha rastreado más de 21 millones
de metros cuadrados y neutralizado cerca de 22.000 explosivos en las
zonas bajo dominio del Polisario.
El director
del programa que esta organización tiene en el Sáhara Occidental, Ahmed Sidi
Ali, indicó en una reciente charla celebrada en el campamento de refugiados '27
de Febrero' que los nuevos mecanismos para el barrido de minas les han llevado
a una limpieza del 70% de los artefactos ubicados al norte de la zona conocida
por los saharauis como "territorios liberados" y por Marruecos como
"zona defensiva" [terreno bajo protección del Frente Polisario].
"Toda la parte sur de la zona liberada está limpia de minas; el
problema está en la franja que queda a cinco kilómetros del muro, ya que es
una zona neutral, con el paso prohibido a militares, y Marruecos no nos permite
pasar a desminarla a pesar de que los civiles sí transitan por ahí y siguen
siendo víctimas de las minas", explica Sidi Ali.
A finales de
mayo está previsto que la organización británica de a conocer el número de
víctimas que han provocado las minas alrededor de la muralla marroquí.
Las
historias que aglutina el muro
Frente a la
fortificación minada se dan cita cada año desde hace un lustro los relatos de
la ocupación marroquí sobre el Sáhara Occidental. Al encuentro de este año
acudió el encargado de protocolo en el campamento de Smara Mohamed Mustafa
Sorku, quien secundó la protesta "para exigir el fin de un muro que divide
el Sáhara y pretende eliminar la identidad cultural saharaui". "España
debe reconocer y trabajar por los principios de nuestro pueblo ya que fue
la primera potencia colonizadora del territorio". Sorku formó parte de las
incipientes operaciones militares del recién creado Frente Polisario en 1974.
En una de estas acciones que les enfrentaban a la policía franquista del Sáhara
Occidental perdió un ojo. "Se trataba de una pequeña operación para
reivindicar la independencia y terminó con dos saharauis heridos y otros tres
muertos", recuerda.
Zain Alal,
soldado retirado del Polisario, aún recuerda a Don Rafael, el director de la
escuela La Paz a la que acudía de niño en El Aaiún español. De regreso tras la
protesta ante el muro, Alal, de 40 años, rememora su participación en los
últimos años de la contienda. "Estaba en un grupo donde nos dedicábamos a
robar material a las tropas de Marruecos", explica. Su padre, que prestó
servicio como policía saharaui en la etapa española, murió en la guerra el 12
de febrero de 1980. Ahora Alal colabora en las labores de localización de minas
antipersonas alrededor del muro.
Las
palabras de ánimo las ponen los españoles que estos días acuden a los
campamentos y que también participan en la protesta frente al muro. El gobierno
de la RASD estima que este año, cerca de 400 extranjeros se han sumado al acto
de protesta. Luis Cruz, miembro de una asociación de Huelva, denunció el
abandono de los diferentes gobiernos españoles en la cuestión del Sáhara:
"Tenemos una deuda moral e histórica con este pueblo y es vergonzoso que
una de las primeras cosas que haya hecho Rajoy nada más llegar a la presidencia
sea reunirse con el rey de Marruecos".
Ningún comentario:
Publicar un comentario