Hace 20 años, el 6 de abril de 1992, empezó la guerra de
los Balcanes
Los artistas la han denunciado a través de sus obras.
También les ha servido de inspiración
Biblioteca de Saraxevo destruída polos bombardeos, Gervasio Sánchez |
Fue una guerra de poetas. El poeta (y psiquiatra) Radovan Karadzic,
recitaba sus versos desde la cima de una colina que dominaba Sarajevo, mientras
las fuerzas del ejército serbobosnio bombardeaban la ciudad con cañones, obuses
y morteros, siguiendo sus órdenes. Otro poeta y profesor universitario, experto
en Shakespeare, el vicepresidente de la República Sprska, Nikola Koljevic,
ordenó el incendio de la biblioteca de Sarajevo, que albergaba sus propios
libros, entre muchos otros, con el propósito de borrar el pasado musulmán de la
ciudad: la cultura es memoria y también testimonio, su destrucción permite
rectificar la historia. Abajo, en el valle sobre el que se extiende Sarajevo,
otros poetas, antiguos contertulios de Karadzic y Koljevic, padecían el asedio:
quemaban libros para no morir de frío y concentraban su esfuerzo y su esperanza
en sobrevivir a las bombas y granadas que cada día les lanzaban sus colegas,
sus amigos. ¿Qué nos sucedió en sólo una noche, amigos?/ Desconozco qué
hacéis, qué estáis escribiendo, con quién bebéis, en qué libros hundís la
nariz/ Ni siquiera sé/ si seguimos siendo amigos, son versos de Diario
de guerra de Sarajevo, de Izet Sarajlic, el gran poeta bosnio, fallecido en
2002.
Fue también la última guerra europea. La seguimos con cierta alarma al
principio, con perplejidad y asombro; con atención distraída y cansancio
creciente después, cuando a la guerra de Croacia le sucedió la de Bosnia y a
ésta la de Kosovo; el conflicto de los Balcanes duró casi diez años, parecía
interminable. No se nos ocurrió pensar que en esa pasividad resignada o
indiferente había algo culpable, que ante la guerra de Bosnia, Occidente y, en
particular Europa, se lavó las manos y miró hacia otro lado, como si no fuera
con ella, con nosotros.
La cultura es memoria y también testimonio, su destrucción permite
rectificar la historia
Han transcurrido veinte años desde el inicio del conflicto, un 6 de abril
de 1992, en Sarajevo, donde también empezó, en 1914, la primera guerra mundial:
en los Balcanes, en el corazón de Europa. Durante la guerra, la cobertura de
los medios de comunicación, el magnífico trabajo de los reporteros, dio
testimonio puntual de las batallas, las poblaciones devastadas, los campos de
concentración, los crímenes, los abusos. Firmada la paz, un nuevo conflicto
reclama a los reporteros y otros muertos y otras batallas acaparan los
titulares de la prensa. Es entonces cuando vuelven a hablar los poetas, los
escritores, que hicieron callar los cañones. Acabo de publicar una novela, La hija del Este
(Seix Barral), sobre la hija de Ratko Mladic y la guerra de Bosnia. Me ha
asombrado comprobar que no he sido la única en dirigir mi atención a ese
conflicto y a ese periodo. No creo que sea casualidad esta eclosión repentina
de obras literarias y de películas sobre el asunto. La crónica periodística da
fe de los hechos, las cifras, los muertos; es la ficción, con su mentira, la
que refleja la experiencia personal, las vivencias, los sentimientos (el miedo,
el horror, la tristeza, la culpa, el rencor) que hay detrás de esas cifras, de
esos muertos. No sé si se puede llegar a comprender una guerra, dudo que tenga
explicación. La lógica de la guerra es la sinrazón; no podemos entenderla, pero
sí recordarla, dejar testimonio de ella para los que vendrán, para que no quede
en el olvido, aún a riesgo de que algún fanático del futuro vuelva a incendiar
las bibliotecas.
Durante la guerra, el estruendo de las bombas y las ametralladoras hace
callar a los poetas. Los medios de comunicación, los reporteros de guerra dejan
constancia día a día de los hechos bélicos, los muertos, los pueblos
destruidos, los avances y retrocesos de los contendientes; terminado el
conflicto, vuelan a otros parajes, donde una nueva guerra les reclama y es
entonces, cuando los cañones callan, que vuelven a hablar los poetas.
* Clara Usón (Barcelona, 1961) acaba de publicar La
hija del Este (Seix Barral). Obtuvo en 2009 el Premio Biblioteca Breve con Corazón
de napalm.
Ningún comentario:
Publicar un comentario