Vecinos de Numancia de la Sagra (Toledo) reclaman recuperar el topónimo Azaña, borrado de los mapas por las tropas franquistas el 19 de octubre de 1936
ÓSCAR LÓPEZ FONSECA - Público - 16/10/2009
El 18 de octubre de 1936, las tropas de Francisco Franco invadían en su camino hacia Madrid una pequeña localidad toledana a poco más de 40 kilómetros de la capital. Al día siguiente, el comandante Jesús Velasco, jefe de las tropas que habían tomado el municipio, convocaba a ocho vecinos del pueblo para constituir una junta gestora del Ayuntamiento que, "con una vibrante exclamación de ¡¡Viva España y su glorioso Ejército Nacional!!", tomó como primera medida solicitar al general Francisco Franco "que en lo sucesivo esta villa lleve el nombre de Numancia de la Sagra por el hecho transcendental de haber sido reconquistada por los gloriosos Escuadrones del Regimiento de Numancia en la inolvidable mañana del día dieciocho de los corrientes", según refleja el acta de aquella sesión.
El motivo del cambio no fue recogido en dicho documento, pero a ninguno de los pocos más de 1.000 vecinos que por entonces vivía en la localidad se le escapaba cuál había sido: el pueblo se llamaba Azaña, igual que el entonces presidente de la II República, Manuel Azaña.
Desagravio franquista
Ningún vecino se atrevió entonces a advertir al fogoso militar el error en el que caía al interpretar el nombre de la villa como un homenaje al político, ni a hacerle ver que el nombre no era un capricho del régimen republicano sino que se remontaba a 1158, cuando Azaña -del árabe "noria"- aparecía ya por primera vez en un documento del rey Sancho III. Para el comandante Velasco era suficiente razón su convencimiento de que la sola presencia de carteles con dicho nombre soliviantaba los ánimos de sus tropas que las emprendían a tiros con ellos.
"Recuerdo que cuando era pequeño algunos ancianos decían en voz baja que el pueblo volvería a llamarse Azaña". Quien habla así es Antonio Martín, cronista de la villa e hijo de una de las ocho personas convocadas por las tropas de Franco para constituir la junta gestora del Ayuntamiento que cambió el nombre a la villa. "Mi padre, Enrique Martín, era secretario de administración local y fue el encargado de redactar el acta de aquel atropello con galones", recuerda ahora desde Almería, donde reside.
Ahora, cuando está a punto de cumplirse el 73 aniversario de aquel cambio de nombre, Antonio Martín espera estrenar una obra de teatro escrita por él en la que recrea aquel pasaje de la historia de la localidad toledana para que sea conocido por los 4.800 habitantes de la localidad y propiciar un debate en el municipio que lleve al cambio del topónimo, del que se considera firme partidario. (...)
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