mércores, 28 de outubro de 2009

"Todos habíamos asumido que íbamos a ser fusilados"


Dos ex FRAP que sobrevivieron a las últimas ejecuciones del franquismo rompen su silencio

PATRICIA LÓPEZ / Ó. LÓPEZ-FONSECA - Público - 26/10/2009

"Que las muertes de mis camaradas y la mía sean las últimas". Estas fueron las últimas palabras que José Humberto Baena, militante del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), pronunció el 12 de septiembre de 1975 ante el Consejo de Guerra que le iba a sentenciar a morir fusilado. Junto a él estaban otros cuatro integrantes de la organización creada por el PCE (m-l). Manuel Blanco Chivite y Vladimiro Fernández también fueron condenados a la pena capital, aunque el Gobierno se la conmutó por la de 30 años de cárcel horas antes de ser ejecutados. Los otros dos, Pablo Mayoral y Fernando Sierra, recibieron condenas de 30 y 25 años.

Quince días después, Baena fue fusilado junto a los también integrantes del FRAP Ramón García Sanz y José Luis Sánchez Bravo y los miembros de ETA Ángel Otaegi y Juan Paredes, Txiki. No habían pasado dos meses cuando moría Franco. Dos de los supervivientes de aquellos fusilamientos, los últimos del régimen franquista, recuerdan tras 34 años de silencio aquellos días para Público con motivo del próximo estreno del documental Septiembre del 75, que hace memoria de aquellas víctimas de la dictadura.

Blanco Chivite era el mayor: "Tenía 30 años, era periodista y escribía en revistas económicas. Desde que era estudiante militaba en el PCE (m-l) y para entonces ya había sido detenido dos veces. De hecho, cuando me arrestaron por aquella muerte, estaba en libertad provisional. A pesar de ello, me encargaba de coordinar el partido y el FRAP en Madrid".

Pablo Mayoral también tenía un puesto relevante. Se encargaba de la propaganda y de la revista del partido. "Tenía 24 años y trabajaba en una multinacional arreglando máquinas. Meses antes habían detenido a mi hermano y yo sabía que era vigilado, por lo que cambiaba de casa constantemente", rememora. Él era también el encargado de ayudar a los compañeros del FRAP que, desde otros lugares de España, buscaban refugio en la capital. Así fue como conoció a Humberto Baena. "La Policía lo buscaba en Galicia porque había recogido firmas y dinero para el entierro de un obrero caído en una protesta. Vino a Madrid con su novia", asegura.

Chivite recuerda que fue en 1975, con un régimen volcado en la represión, cuando el partido decidió llevar a cabo lo que denomina "acciones personales puntuales". Una de ellas costó la vida el 14 de julio al policía Lucio Rodríguez, en Madrid. Al día siguiente comenzaron las detenciones. El primero en caer fue Pablo: "Llevaba un tiempo viviendo en casa de un compañero de trabajo. Por la noche, cuando bajé a tirar la basura, me detuvieron". El día 16 lo era Blanco Chivite: "Me detuvieron en la calle. Llevaba días preparando una cita del partido que tenía fuera de Madrid". El 22 de julio se produjo el último arresto, el de Baena.

Cuando se les pregunta si participaron en aquella muerte, eluden la respuesta directa. "¿Alguien les ha preguntado a los policías que nos torturaron y a los militares que nos condenaron sin una sola prueba?", responde de modo seco Manuel. Mayoral se limita a asegurar que él nunca empuñó una pistola. En lo que ambos son más explícitos es en recordar la semana que pasaron en la Dirección General de Seguridad (DGS) interrogados por el comisario Roberto Conesa y sus hombres. "Las palizas eran interminables. El último día nos hicieron firmar una confesión que no sabíamos qué decía", asegura Pablo. (...)

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