El investigador francés publica ‘Una historia de la violencia en Oriente Medio’, un libro que explica las raíces del radicalismo.
GUILLAUME FOURMONT - Público - 30/10/2009
Cuando no estalla una bomba, Oriente Medio no es noticia. Resulta difícil creerlo, aunque una observación general de la situación actual siempre lleva a la idea que, desde Mauritania hasta Pakistán, la región está encerrada en un callejón sin salida donde reina la violencia ciega y sectaria.
El problema de esta visión es que impide entender dinámicas políticas fundamentales para analizar el futuro de Oriente Medio. Esta es la primera lección que se saca del libro de Hamit Bozarslan, Una historia de la violencia en Oriente Medio (Península). Investigador francés de origen turco en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París, Bozarslan se especializó en conflictos "marginales", como la cuestión kurda, antes de abordar la radicalización de las sociedades islámicas.
Bozarslan presentó su libro la semana pasada en Madrid, poco después de que un atentado en Irán costara la vida, el pasado 18 de octubre, a 15 guardias de la Revolución y mientras los talibanes siguen destabilizando Afganistán y Pakistán.
Irán es la gran potencia regional, debilitada ahora por un ataque contra el corazón del sistema: los Guardias de la Revolución. ¿Cómo analiza este ataque?
Irán sufre actos terroristas desde hace muchos años, aunque se habla poco de ello. Se trata de un poder chií que instauró un sistema de exclusión de las minorías, que son los árabes suníes y los kurdos, entre otras. Esta política reforzó el radicalismo contra el poder central, como en Baluchistán, donde ocurrió el atentado contra los guardias de la Revolución. Es una zona fronteriza con Pakistán muy difícil de controlar, por donde circulan libremente hombres y armas. Ese atentado es importante porque se atacó a los cerebros de Irán.
¿No debe verse entonces en un contexto postelectoral contra Ahmadineyad?
En absoluto. No tiene nada que ver ni con las elecciones presidenciales, ni con las protestas contra el régimen. Lo que pasa en Teherán influye, claro, aunque son dinámicas locales las que son determinantes, con o sin Ahmadineyad en el poder.
¿Cuál es la dinámica de esos grupos terroristas, que en Europa solemos ver bajo la misma bandera del islamismo radical?
Hay que ver las cosas en términos de procesos y de pluralidad de actores. En Pakistán, por ejemplo, la reislamización de la sociedad es el resultado de la reislamización del Ejército, de una voluntad del poder. Es fundamental para entender la fragilidad actual del país asiático.
Pero si se dice que sólo el Ejército podrá garantizar la estabilidad de Pakistán.
Quizá, aunque yo no hablo de durabilidad, sino de fragilidad; es decir, la incapacidad de las autoridades de controlar su territorio, lo que les obliga ahora a estar metidas en una guerra civil, una situación que ya casi nadie es capaz de controlar.
¿Ni siquiera los Estados Unidos de Barack Obama?
EEUU nunca ha sido capaz de controlar nada. Está obsesionado por la dominación y tiene una lectura autista de la situación en Oriente Medio. Ni siquiera Obama será capaz de controlar un conflicto como el que azota ahora Pakistán y Afganistán. Mande o no más tropas.
¿Pueden los talibanes tomar Kabul o Islamabad?
Que Pakistán pierda el control no significa que lo haya perdido todo. Los talibanes han tomado fuerza y su capacidad de arbitraje en algunas zonas les permitió tomar el poder en Afganistán en 1996, aunque no creo que lo retomen ahora. Además, no les interesa realmente. No tienen la misma agenda que Al Qaeda, que no busca el respaldo de las masas. Los talibanes buscan el control de un territorio delimitado, de una población determinada.
Lo consiguieron en el valle del Swat antes de ser expulsados por la fuerza. ¿Fue un error tratar con ellos?
Hay que entender que allá las nociones de territorio y de Estado han cambiado. Pakistán se encuentra en una situación de guerra permanente que apenas afectará el poder de los talibanes. ¿Estamos ante una situación sin solución? No lo sé...
Le veo muy pesimista. ¿Qué recomienda?
En Afganistán, habría que haber actuado antes y no negociar con los señores de la guerra. En ocho años, desde la caída de los talibanes en Kabul, no se ha hecho nada. Las elecciones me parecen algo surrealista en un país destruido.
¿Hay que reconstruir antes de votar?
Exacto. No es una cuestión de democracia, sino de crear las condiciones para la vida cotidiana. Y esto vale tanto en Afganistán como en Irak. Hay que desarrollar la democracia local; es decir, invertir en educación, sanidad, arte... Si no se hace, la radicalización es inevitable.
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