JESÚS RUIZ MANTILLA - El Páis- 25/10/2009
Triunfó con El niño con el pijama de rayas, sobre el Holocausto. Ahora aborda la Rusia de los zares. Historia y entretenimiento son sus recetas. Aunque le tilden de anticuado.
John Boyne posee una enfermiza obsesión por colarse en la historia con mayúsculas. Lo hizo una vez y se convirtió en un autor mundialmente reconocido. Fue cuando, de la mano de Bruno, un chiquillo curioso, se empeñó en husmear las compuertas del Holocausto y parió un libro ejemplar: El niño con el pijama de rayas (Salamandra). Aquella aventura que podía comenzar como un cuento de fantasía y terminaba en un relato de terror estaba dirigida a un público más o menos preadolescente, entre infantil y juvenil, pero acabó cautivando a lectores de todas las edades en casi 40 idiomas y con cinco millones de copias vendidas.
Aunque no sólo de historia viven los héroes inventados por este autor irlandés (Dublín, 1971), sensible e imaginativo, humilde y en cierto modo arriesgado, que busca romper barreras entre esa manía editorial de clasificar los buenos relatos por edades. También se empeña en jugar con temas eternos, como la lucha del bien contra el mal y en otros asuntos polémicos como la redención literaria.
En El niño con el pijama de rayas bordó esa visión de la barbarie con la mirada del hijo de un nazi tan familiar y cercano para los suyos como sangriento y cruel en su trabajo exterminador. Después quiso santificar a un personaje crucificado por Hollywood: el capitán Blyth, ese villano interpretado por Charles Laughton y Trevor Howard que logró acabar con los nervios de Clark Gable y Marlon Brando en Rebelión a bordo. Boyne lo rescató del infierno para lavarle ante el imaginario popular en su anterior libro, Motín en el Bounty.
Ahora le toca al ocaso de la Rusia de los zares. Es el escenario elegido por Boyne para La casa del propósito especial, su nueva novela, que también editará en España Salamandra. Y ahí está la polémica, porque la visión de buen padre de familia que el autor propone para Nicolás II no casa con la historia oficial. Quizá se le haya ido un poco la mano con eso. Aun así, el libro no cuenta la peripecia del hombre que reinaba antes de Lenin, sino la de Gueorgui Danílovich, el joven campesino que fortuitamente acaba protegiendo a Alexis, el heredero hemofílico del trono. También la de Anastasia, la menor de las princesas. Aquella que, según una leyenda no probada, consiguió huir de la ejecución que acabó con toda su familia. (...)
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