Lectores,
asociaciones de ciudadanos e intelectuales impulsan los homenajes al escritor,
de cuyo nacimiento hoy se cumplen 100 años
Miguel Hernández con outros milicianos en 1937 |
PAULA
CORROTO MADRID 30/10/2010
Miguel Hernández nació un
30 de octubre de 1910 en Orihuela. Sólo 32 años después, en 1942, murió en
el reformatorio de adultos de Alicante. Estaba enfermo de tuberculosis. Su
cuerpo en aquellos días era ya el de un cadáver consumido. Su voz, tras arengar
a las tropas republicanas durante la Guerra Civil y cantar poemas como Viento
del pueblo, era un suspiro. Y, cuando finalmente se apagó, el régimen
franquista se encargó de que no volviera a oírse durante cuarenta años.
Han tenido que pasar cien
años desde su nacimiento para que esta voz fuerte y valiente vuelva a
escucharse de nuevo. Y ha sido el pueblo, con los homenajes de su centenario
que se cumple hoy, el que se ha encargado de devolvérsela.
"Todo lo que se ha
hecho por Miguel Hernández durante estos meses ha sido un acto de justicia. Se
le ha devuelto su voz y sus orígenes, y ha sido el pueblo el que se ha
encargado de hacerlo. Ha sido un tsunami poético, algo que nunca había
ocurrido en España, y, además, no todo ha sido institucional, sino que el
pueblo es el que ha estado detrás", confirma a Público el
catedrático de la Universidad Complutense y presidente de la Asociación de
Amigos de Miguel Hernández, Francisco Esteve.
En la misma línea se expresa
el investigador alicantino y presidente de la comisión ejecutiva del Año
Hernandiano, José Carlos Rovira, para quien "los dos millares de actos que
se han celebrado han puesto de manifiesto una identificación de nuestra
memoria cultural y popular con el poeta".
Las primeras voces de
Hernandez comenzaron a escucharse a finales de los sesenta y tomaron más fuerza
a finales de los setenta, una vez muerto Franco. Eran los tiempos de los poemas
cantados por Joan Manuel Serrat y Paco Ibáñez. Luego llegó la Transición y
comenzó así a crearse "un caldo de cultivo, una conceptualización del
poeta que ha brotado ahora con la creación de la fundación o de una cátedra
en la Universidad Miguel Hernández de Elche. Porque durante la Transición
todavía había cierta censura con el poeta", asegura Esteve.
Precisamente las ganas por
recobrar a Hernández en este 2010 están detrás del éxito que ha conseguido
Serrat durante su última gira, en la que vuelve a cantar los poemas del
alicantino. Hoy tocará en Orihuela, y ayer, durante la presentación del
concierto, señaló que cuando comenzó a trabajar en el disco Hijo de la luz y
de la sombra confesó que podría ser "una apuesta arriesgada". Sin
embargo, el resultado no ha podido ser mejor: "He logrado una comunión
poética con el público muy grande", aseguró. Además de llenos absolutos.
La gente no olvida
Un enorme éxito se espera
también para el día 2 de noviembre en el Senado. Actores como José María Pou,
Nuria Espert y Juan Diego Botto participarán en una lectura de sus poemas.
A través de una página web creada para la ocasión, ya han solicitado su
asistencia más de 300 personas, y los organizadores, entre ellos Francisco
Esteve, han tenido que cortar la entrada debido al elevado número de
peticiones.
Para Pou esto significa
que "el pueblo se ha sentido de nuevo identificado con una voz que les
pertenece, ya que él fue el poeta popular, enfrentado a la figura de Federico
[García Lorca], que se consideraba el culto y el de los corrillos
literarios". El actor catalán, al que le encanta la Elegía a Ramón Sijé,
también alaba que la iniciativa de muchos homenajes la haya tomado el pueblo:
"Detrás de muchos actos están asociaciones vinculadas a los movimientos
sociales, a las comunidades de vecinos, mucho más que a las instituciones,
aunque también se haya contado con su respaldo. El pueblo recuerda que tuvo una
muerte temprana en la cárcel".
El escritor y militante
comunista Marcos Ana, de 90 años, de los cuales 23 se los pasó en la cárcel
donde conoció a Hernández, se muestra orgulloso del recuerdo de su compañero.
"El franquismo mató a una de las voces poéticas más importantes. Él fue la
cima de la poesía épica, que escribió tanto a un lado de la vaguada de las trincheras
como en la cárcel", explica. Ana, que participará hoy en un homenaje
que tiene lugar en el Instituto Cervantes de Madrid, sólo pide que, tras las
celebraciones, llegue la hora de la única reparación moral posible: la
anulación de la sentencia a Miguel Hernandez "dictada por un tribunal
ilegal".
La agonía que sufrió el
poeta en la cárcel ha sido una de las partes de su vida que más se han
resaltado durante estos meses. Incluso a través de su obra literaria, como se
pone de manifiesto con la publicación de dos cuentos inéditos, que el poeta
escribió a su hijo Manolillo en la celda. Escritos con mano temblorosa, a
través de la historia de dos animales encerrados explica a su hijo en qué
consiste la libertad y el deseo de tenerla. "Uno de ellos trata de una
gatita que no puede escapar de un ovillo de lana, y en el otro son pajaritos
que se encuentran en un nido del cual no pueden salir porque todavía son
pequeños. Sin embargo, en los dos cuentos está la idea de que los animales
recobrarán la libertad", cuenta José Carlos Rovira.
Éxito en las librerías
Estos cuentos no son los
únicos textos que se han publicado este año sobre Hernández. La avalancha ha
sido mastodóntica. Desde reediciones, como la de sus Obras Completas, de
Espasa, publicado por primera vez en 1992, hasta biografías, como la de José
Luis Ferris, Pastor de sueños. Y todos han tenido muy buena repercusión
en las librerías. "Este año hemos doblado las ventas, casi triplicado, de
los libros de Hernández", dice Susana, de la madrileña Hiperión. Chus
Visor, de la editorial homónima, asegura que de la Antología, publicada
por primera vez en 2005, han vendido "más que otros años".
Las ventas de la poesía
del autor de las Nanas de la cebolla y los congresos sobre su figura,
como el encuentro internacional que se clausura hoy el Elche, han traído como
consecuencia, para el catedrático Francisco Esteve, que "se conozca de
otra manera a este poeta. Por ejemplo, siempre se ha pensado que era un poeta
muy espontáneo, pero no es cierto. Leía muchísimo, miraba muchos diccionarios.
Su poesía es muy trabajada".
Dos facetas menos
conocidas, la del dramaturgo y la del periodista de guerra,
también se han puesto de relevancia durante estos meses. De este último
aspecto, la profesora de la Universidad de Zaragoza, María Gómez y Patiño,
comenta que el escritor "no relataba una crónica o un hecho concreto, sino
que su periodismo podría calificarse como un periodismo humano. Sus
crónicas resultaban humanizadoras. Poseía la sensibilidad de los buenos
periodistas", como bien demuestran sus Crónicas de la guerra.
A
los cien años de su nacimiento, Hernández ha vuelto a encontrarse con su
pueblo. Al que, como dice Marcos Ana, "defendió hasta su último
suspiro".
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