sábado, 3 de outubro de 2009

60 años no es nada


FRANCISCOG. BASTERRA, El País 03/10/2009

Sesenta años son sólo una brizna de historia, pero para China han supuesto un inmenso salto desde una sociedad campesina a la tercera economía del mundo, a una nación orgullosa respetada globalmente, con clases medias que compran en Ikea y un sistema que en 30 años ha conseguido sacar a 300 millones de habitantes de la pobreza. Una política exterior global que se proyecta en África, Latinoamérica y Oriente Medio, sedienta de materias primas. Un país indispensable para afrontar el cambio climático -es al tiempo el primer contaminador de la atmósfera- o detener a los ayatolás de Irán. Pero viendo las imágenes de la colosal celebración del aniversario del nacimiento de la China comunista, el salto no es tan manifiesto. Desde el mismo lugar en el que Mao proclamó, el 1 de octubre de 1949, el nacimiento de la República Popular China: "El pueblo chino se ha levantado", su sucesor, Hu Jintao, con un traje de cuello Mao de diseño, presidía un desfile de masas y cacharrería militar, sólo de fabricación china, con una coreografía réplica de los mejores años de la URSS de Stalin. Había sido prohibido en todo Pekín el vuelo de cometas y la población tenía órdenes estrictas de no asomarse a las ventanas. Un millón de voluntarios estaban encargados de asegurar la estabilidad social del acontecimiento y de informar de comportamientos sospechosos. Control total: hasta las nubes habían sido bombardeadas horas antes para anticipar la lluvia y conseguir un día radiante. Aunque 1949 y 2009 separan a dos mundos, el dirigismo estatal y el orden son todavía en China valores superiores a las libertades y al individuo. La ceremonia proyectó una imagen de poder en ascenso, orgullo nacional, una enorme fuerza controlada.
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