La reciente sentencia contra el nonagenario Demjanjuk abre una nueva oleada de investigaciones por crímenes de guerra
JUAN GÓMEZ Berlin 6 OCT 2011 - 17:30 CET
La condena de cárcel a John Demjanjuk dictada en mayo, podría abrir una nueva oleada de investigaciones contra criminales nazis. Casi 66 años después del final de la II Guerra Mundial, Alemania pretende aprovechar la última oportunidad para castigar a los colaboradores del Holocausto. Kurt Schrimm, jefe de la Oficina Central de Investigaciones de los Crímenes nazis en Alemania, aseguró ayer que sus funcionarios esperan "poder leer todos los expedientes de sospechosos durante el próximo año".
La agencia Associated Press informó de que los investigadores de la Central se están apresurando para reabrir cuantos casos sea posible. Se trata de estudiar, antes de que se mueran los octogenarios y nonagenarios sospechosos, los expedientes de los posibles colaboradores en el genocidio. Tanto los trawniki como tropas auxiliares alemanas o los miembros de la SS. Los fiscales van a buscar en Alemania, pero están planteando la posibilidad de viajar a Grecia, Brasil y Rusia en persecución de sospechosos.
Este nuevo impulso nace de la reciente sentencia contra el nonagenario John Demjanjuk, condenado a cinco años de prisión por su colaboración en más de 28.000 asesinatos durante los meses que pasó como guarda del campo de exterminio de Sobibor después de un larguísimo periplo judicial. Los campos de exterminio en Polonia fueron construidos por los nazis durante los seis años que siguieron a la invasión de 1939, que dio inicio a la II Guerra Mundial. Alemania asesinó a seis millones de judíos europeos entre hasta 1945, no sólo en las cámaras de gas sino en matanzas masivas, sobre todo en la antigua URSS.
Demjanjuk, nacido en Ucrania, fue un trawniki. Es decir, un esbirro de los SS nazis reclutado entre los prisioneros de guerra soviéticos para la vigilancia de sus campos de exterminio. La Fiscalía de Múnich argumentó en el juicio que, dado que en Sobibor se asesinaba sistemáticamente a todos los judíos que llegaban, Demjanjuk es culpable de colaboración en los crímenes cometidos durante los meses en los que estuvo destinado allí. No hay pruebas concretas de un asesinato en particular, pero el tribunal aceptó la argumentación del fiscal. La jurisprudencia que sienta el fallo podría servir para castigar a otros criminales de guerra.
John Demjanjuk vivió tranquilamente en Estados Unidos hasta que una investigación israelí lo acusó de ser Iván el Terrible, un tristemente célebre guarda del campo de exterminio de Treblinka. Un juez israelí lo condenó a muerte en 1988, pero cuando se descartó su paso por Treblika hubo que soltarlo. En 2009 fue extraditado a Alemania para juzgar su paso por Sobibor y fue condenado, aunque no ha ido a prisión dada su avanzada edad. Ahora vive en un asilo de ancianos, tras recurrir la sentencia del 12 de mayo.
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