Un mes antes del estallido de 'Nevermind', el grupo de Kurt Cobain recorrió Europa como telonero de Sonic Youth
JESÚS MIGUEL MARCOS MADRID 09/10/2011
En 1991 el mundo estaba a punto de cambiar, pero pocos lo sospechaban. Empezando por los directivos de la compañía Polaroid, que en aquel ejercicio facturó la cifra récord de 3.000 millones de euros. No han pasado dos décadas y la famosa cámara fotográfica instantánea engrosa estanterías en tiendas de coleccionistas. Puede que Tim Berners-Lee, que aquel año dio a conocer las tres letras más famosas del cambio de siglo (www', el navegador de internet), intuyera que algo iba a pasar, pero lo que está claro es que Kurt Cobain ni se lo olía. Y eso que él, adelantándose a internet, le iba a dar la vuelta a la industria musical con un solo disco.
Una imagen vale más que mil palabras: verano de 1991, el líder de Nirvana hace la conga entre gritos de júbilo y alegría junto a miembros de Sonic Youth, Mudhoney y Dinosaur Jr. en un aparcamiento de París. Nadie les reconoce: podría pasar por una típica juerga de jóvenes pasados de todo que termina con una llamada a la Policía. En realidad, tampoco había motivo para reconocerles
La secuencia forma parte del legendario documental The year punk broke, que se mete en las entrañas de la enloquecida gira europea de Sonic Youth en agosto de 1991. El grupo neoyorquino se llevó de telonero a un grupo emergente y desconocido para el gran público, Nirvana, que sólo un mes después publicó el disco que cambió la música en los noventa, Nevermind.
La banda de Kurt Cobain es la inesperada protagonista de una cinta que se acaba de editar por vez primera en DVD después de años de espera para los fans del grupo, que llegaron a hacer una recogida de firmas en internet (junto a los seguidores de Sonic Youth) para recuperar este metraje histórico. El VHS que se publicó en su día, descatalogado desde hace años, se convertía en objeto de culto mientras compañías de discos, managers y promotores intentaban ponerse de acuerdo para repartirse el pastel de la reedición (la película se centra en Sonic Youth y Nirvana, pero aparecen muchas más bandas, entre ellas los Ramones).
Como el material videográfico de Nirvana posterior a Nevermind es abundante, lo más sustancioso de The year punk broke es que registra a la banda cinco minutos antes de que el grunge hiciera boom. A eso hay que añadirle que se trata de una filmación amateur, rodada en Super 8 y con un espíritu casero y desaliñado que comparte ideales estéticos con la caravana de bandas ruidosas y desmelenadas que acompañaban a Sonic Youth. Además de Nirvana, aparecen en la cinta Dinosaur Jr., Babes in Toyland y Gumball, que también tienen sus minutos de gloria para documentar la excitante vitalidad de una escena, la del rock alternativo, que con el grunge alcanzaría el cielo superventas.
Presupuesto bajo mínimos
La idea de hacer una película fue de Thurston Moore, guitarrista de Sonic Youth, que invitó al cineasta Dave Markey a acompañarles durante dos semanas en su gira por Europa. Markey había rodado dos videoclips de la banda neoyorquina, que se fijó en él porque había realizado una serie de películas de bajo presupuesto entre las que se encontraba Desperate teenage lovedolls, sobre las desventuras de una banda de punk formada por chicas.
El currículum del cineasta parecía el adecuado para acercarse a Sonic Youth y compañía, herederos directos del movimiento punk, asentados en un nihilismo creíble y aparentemente sin aspiraciones, mucho más atrevidos que virtuosos y, a su modo, reyes de un planeta musical paralelo fuera del alcance de la voracidad comercial de lasgrandes multinacionales (aunque Sonic Youth, contradicciones de la vida, militaban ya en Universal).
"Capturé la gira tal y como estaba pasando. Tuve acceso total a los grupos y la libertad para hacer lo que quisiera. No tenía equipo: sólo yo y mi cámara de Super 8. Supongo que si me dejaron grabar todo aquello fue porque ninguno pensaba que la película pasaría a la historia", dice a Público Markey, cuyo único equipaje era una maleta llena de cartuchos de película.
El filme juega con la típica narrativa de los documentales de rock: grabación de canciones en directo (casi siempre completas y con buen sonido) y escenas de los grupos en el backstage, con multitud de momentos delirantes que certifican el estado de alegre demencia en el que estaban envueltos estos cabecillas del rock alternativo. Para muestra, una escena: Kurt Cobain entra en el camerino para saludar a Sonic Youth simulando ser Kevin Costner. De repente, descorcha una botella de champán y comienza a rociar a los miembros de la formación, que huyen despavoridos de la habitación un instante antes de que el líder de Nirvana, como si no quiere la cosa, estampe la botella contra una ventana. Fundido a negro.
Una parodia de Madonna
Esta anécdota, como muchas otras de la película, está inspirada en Truth or Dare, el documental sobre la gira Blonde Ambition de Madonna que The year punk broke intenta parodiar, un éxito de taquilla que había sido estrenado ese mismo año. De hecho, el título del filme iba a ser Tooth or Hair (en lugar del "Verdad o desafío" de Madonna, Markey se decantaba por algo más prosaico: "Diente o pelo").
Sólo así se entienden los continuos desvaríos de Thurston Moore, cuyo descarado abanico de monólogos surrealistas va de lo divertido a lo cargante (hasta Steve Shelley, batería de Sonic Youth, acaba huyendo de su compañero en una ocasión). No faltan las típicas gamberradas de camerino, como las de Krist Novoselic, bajista de Nirvana, que tiene ideas tan peregrinas como explotar con sus manos un tetra brik de zumo ante las carcajadas deDave Grohl, su compañero de correrías y futuro líder de Foo Fighters.
Lo más jugoso, sin embargo, es la parte musical, con una serie de incendiarias grabaciones en directo que revelan que no se trataba de una gira cualquiera. La escena del rock alternativo, llámese indie-rock, noise-rock o grunge, tocaba techo (hasta ese momento, claro) y desembarcaba en Europa por la puerta grande: los escenarios de los principales festivales del continente. Nunca antes Nirvana había tocado ante tanta gente como lo hizo ese mes de agosto, donde ya interpretaban una violenta versión de Smells like teen spirit. Los espectadores de las primeras filas, formando un encendido pogo, nunca hubieran imaginado que esa áspera y agresiva canción terminaría sonando en las radiofórmulas de medio mundo.
Los hermanos mayores
Herederos del espíritu punk y más directamente del hardcore de sellos como Dischord, bandas como Nirvana, Dinosaur Jr. o Babes in Toyland encabezaban la rebelión del underground americano que venía abriendo nuevas formas de entender y plasmar la música (autoedición, radical independencia artística, un firme ideario musical, estético e incluso ético) durante la década de los ochenta. Recuperaron el espíritu amateur y contestatario del punk, pero en lugar de querer destruirlo todo, construyeron su propio hábitat.
Y de repente, un hijo de ese planeta alternativo, conquistaba el mundo contra el que se había revelado. "Nadie tenía ni idea de lo que iba a pasar. ¿Cómo vas a predecir semejante éxito de masas de Nirvana? No había ningún precedente similar. Te hubieran tomado por loco si dices que Nirvana va a superar a Michael Jackson en las listas de éxitos. Ni en nuestros sueños más delirantes lo hubiéramos imaginado", explica el cineasta Dave Markey.
Musicalmente hablando, Sonic Youth y Nirvana no tenían mucho que ver, salvo que en aquel momento compartían discográfica, Geffen, que un año antes había sido adquirida por Universal. Venían de extremos distintos de EEUU (Sonic Youth de Nueva York, Nirvana de Seattle), pero estaban conectados por referentes similares.
De hecho, tras lograr el éxito masivo, Kurt Cobain solía hablar en sus entrevistas de bandas independientes que poco o nada tenían que ver con el grunge, desde los Pixies hasta The Vaselines, pasando por Daniel Johnston o Young Marble Giants, artistas y grupos que ganaban repercusión de inmediato. Nirvana podía haber sido una banda más y la recordaríamos tal y como aparece en The year punk broke... O quizás, sencillamente, no la recordaríamos.
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