domingo, 16 de outubro de 2011

Más de 17.800 condenados esperan en el corredor de la muerte


Amnistía Internacional denuncia que miles de personas esperan la ejecución de la pena capital en el Día Mundial contra la Pena de Muerte
ANTONIO JARNE MADRID 10/10/2011
España selló la pena de muerte en 1975 después de llevar a cabo las últimas ejecuciones dictadas durante la dictadura de Francisco Franco. 
Sin embargo, la pena máxima sigue formando parte del presente en más de 23 países en los que se aplicó el año pasado y donde todavía más de 17.800 personas esperan en el corredor de la muerte, según Amnistía Internacional.
Para denunciar que la pena capital sigue ahí, se ha celebrado hoy el Día Mundial contra la Pena de Muerte. Según los datos ofrecidos por esta ONG en un comunicado, En Estados Unidos han sido ejecutadas más de 1.200 personas desde su reinstauración en 1976; Iwao Hakamada, considerado por Amnistía el preso más antiguo del mundo, espera en el corredor de la muerte en Japón desde 1968. E incluso en la misma Europa, donde está abolida la pena máxima excepto en Bielorrusia, se ha aplicado en los dos últimos años.
Caso aparte es China. Con las estimaciones realizadas por la organización -el gobierno chino considera secreto oficial las cifras sobre el número de ejecuciones- se calcula que miles de personas son ejecutadas. El país asiático acumularía más muertos que el resto de países que aplican la pena capital juntos. Además, este castigo no se reserva para los delitos más graves como puede ocurrir en otros países, sino que al menos 55 tipos de delitos pueden acarrear la pena de muerte
Con todo, la pena de muerte está en claro retroceso. Más de 108 países se sumaron a la última resolución de la ONU en 2010 que pedía una moratoria a las ejecuciones. En los últimos años, países como Burundi o Gabón han abolido la pena capital  e incluso en EEUU cuatro estados la han  abolido, siendo el último Illinois.
Amnistía ha incidido en que "la abolición de la pena de muerte es imparable" y ha vuelto a pedir que se termine con esta práctica por considerar que es la "forma más extrema de pena cruel, inhumana y degradante".

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