Oxford entrevista a 475 activistas que participaron en las revueltas que afectaron a varios países. Fracasó la revolución política, triunfó la cultural
MIGUEL ÁNGEL CRIADO ALMERÍA 03/10/2011
"Cuando veo ahora esos gestos de que hay que recompensar a los militantes por los sacrificios en la oposición... digo: No, no. A mí, al revés'. De sacrificios, nada. Yo me considero un privilegiado por haber vivido en esos medios... Es decir, por aquello que provocó la persecución del franquismo", narra Juan Aranzadi, militante comunista primero y de la CNT después. Como él, otros 475 activistas han sido entrevistados para dejar grabada su memoria de lo que fueron las revueltas de 1968 y de lo que aquellos años hicieron con su vida posterior. Sus recuerdos serán publicados en un libro por la Universidad de Oxford sobre los fracasos y los triunfos de aquel tiempo.
Desde 2007, un equipo de 14 historiadores europeos, comandados por el profesor Robert Gildea de la Universidad de Oxford, ha rastreado toda Europa en busca de personas, la mayoría anónimas, que participaron en las revueltas que recorrieron el continente desde Londres a Praga, pasando por París y Madrid. Han entrevistado a 475 activistas pertenecientes a 106 redes políticas en 14 países diferentes para el proyecto Around 1968: Activism, Networks, Trajectories que se convertirá en libro. Su objetivo no era tanto un ejercicio de nostalgia como un intento de comprobar cómo afectó su implicación política a su vida personal y cómo, ante la ceremonia de la condena o la mitificación del 68, ellos se han reconciliado con su pasado radical.
"Buscábamos la historia oral, la experiencia subjetiva de los militantes", explica el profesor del Departamento de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos de la Universidad Complutense, el británico Nigel Townson. El autor de La república que no pudo ser (Taurus, 2002) tuvo que leer mucho sobre los distintos grupos e ir buscándolos, casi uno a uno. "El proyecto no se centra en los famosos, sino en el militante medio. Hay muy poco publicado sobre la extrema izquierda española. ¿Sabe que apenas se ha escrito sobre el Frente Liberación Popular que en su tiempo fue el segundo movimiento estudiantil?", explica el coautor de ¿Es España diferente? (Taurus, 2010). Townson entrevistó a 30 activistas.
Grabando estos testimonios en una base de datos, los historiadores buscaban llenar el vacío dejado por una bibliografía que o bien se dedica a estudiar las revueltas de 1968 en un país o al conjunto de los países occidentales. Pero poco se ha escrito sobre el 68 como fenómeno paneuropeo y, en especial, tras el Telón de Acero. "Algo que ha comprobado nuestro proyecto es que la revolución no se concentró sólo en Francia, Alemania Occidental e Italia, sino que fue en realidad una verdadera revolución europea. Incluso hemos encontrado protestas contra las bases militares de EEUU en Islandia", explica el profesor Gildea.
Sin embargo, en el este europeo los ideales, motivaciones e inspiraciones no podían ser iguales. "El discurso antifascista y antiimperialista de los jóvenes en Occidente no valen en el Este, ya que formaba parte del discurso oficial de los distintos regímenes", recuerda Townson. Allí, más que Lenin o Marx, la inspiración viene del Che Guevara, como imagen de un socialismo más humano y menos burocratizado. También son los años de la idealización de China, la Yugoslavia de Tito, o los guerrilleros de Vietnam. "Viven en un dilema constante, porque no quieren verse atrapados en el discurso de los estadounidenses", añade Townson.
Es la presencia de la dictadura lo que acerca la experiencia española a los activistas del Este y a los griegos y la aleja en parte del Mayo del 68 francés. Pero a Townson le sorprende que el antifascismo de los activistas españoles no beba de la experiencia de la II República. "Les inspiran más Castro y el Che o China. Además de contemporáneos, son movimientos triunfadores mientras que el republicano fracasó", sostiene el historiador. La idea la confirma comparando con Grecia e Italia. Mientras en el primero, los activistas tampoco se inspiran en la guerra civil que siguió a la II Guerra Mundial (que perdió la izquierda), en el segundo país, los rebeldes de 1968 sí se apoyan en el imaginario de la resistencia contra Mussolini.
El estudio revela la importancia de las redes supranacionales que, en una época sin internet, protagonizaron muchos de estos individuos. Miembros del Movimiento Ibérico de Liberación, al que perteneció Salvador Puig Antich, viajaron a Francia e Italia para contactar con otros grupos anarquistas. "Compartían formas de organización, métodos de lucha e ideales", comenta Townson. Aunque en España no hubo un Mayo del 68 como tal, lo que pasaba en Europa sí fue una inspiración para los españoles. "Leían la misma literatura de Sartre, veían el mismo cine alternativo y escuchaban la misma música. Creían que la revolución era posible", añade.
Uno de los capítulos de los que se ha encargado Townson es el del activismo católico de izquierdas y el papel de la religión en las revueltas de Italia, Francia o España. "Hablé con católicos que vivían en comuna, practicando el amor libre bajo pósters de los Beatles", asegura. Como para los seculares, el cambio político necesario pasaba también por el personal. Se trata de un asalto al autoritarismo que se ha ido asentando en la sociedad satisfecha desde el fin de la Guerra Mundial, ya sea el Gobierno, la familia o la jerarquía eclesiástica la autoridad a cuestionar.
Coherencia política
Con el paso del tiempo, los militantes católicos del 68 han resultado ser más coherentes. Mientras organizaciones como la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT) acabaron siendo fagocitadas por la socialdemocracia y algunos de sus líderes, como los entrevistados Francisca Sauquillo y José Sanroma, asumieron la Transición, muchos de los revoltosos católicos siguieron comprometidos en causas sociales, como la ayuda a drogodependientes o emigrantes. "La mayoría de los seculares se han dedicado a su carrera profesional", completa Townson.
Con todo, de los testimonios se deduce que los españoles tienen un recuerdo positivo de aquellos años. A diferencia del revisionismo que se ha implantado en el resto de Europa, en particular en Francia, los protagonistas de las revueltas en España consideran que mereció la pena. No se trata sólo de que, como sostienen los historiadores, entonces se sentaron las bases del moderno feminismo, el ecologismo o la defensa de los derechos civiles y de los gays y lesbianas. "Con el tiempo se ha olvidado que, en lo político, fue un fracaso, pero quedó lo cultural. Cambió la actitud ante la autoridad y se produjo un cambio psicológico: la existencia de una cultura propia de la juventud", dice Townson.
Ese acuerdo con su pasado lo refleja el siguiente fragmento de la entrevista a Leonardo Aragón, miembro desde 1964 de la Juventud Estudiantil Católica y posterior presidente mundial de la misma: "La simpatía nunca se puede perder. Yo seguiré Al margen de que yo, ahora, políticamente, muchas de las cosas que en aquel momento acepté por las buenas, no las podría aceptar. Pero mi simpatía sigue allí. Al margen de un análisis político serio, que únicamente he tenido la posibilidad de hacer con los años. Pero hay una serie de cosas muy valiosas del 68 que nunca se pueden olvidar. Nunca se pueden olvidar".
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