domingo, 11 de outubro de 2009

La memoria del diablo


Rudolf Höss trazó su autorretrato en 'Yo, comandante de Auschwitz'


JACINTO ANTÓN- El País- 10/10/2009


El susurro del diablo. Un diablo anodino, desapasionado, funcionarial, gris, pero diablo. El que mantenía encendidas las calderas. Así suenan las memorias del oficial de las SS Rudolf Höss (1900-1947), comandante de Auschwitz desde 1940 hasta finales de 1943, periodo en el que organizó como un macabro proceso industrial la muerte atroz de dos millones y medio de personas en el gran campo de exterminio. Höss, un tipo detestable donde los haya y no sólo por su papel en el mayor crimen de la humanidad sino por su bajeza y mezquindad, que le llevaron, no se lo pierdan, a juzgarse "una inconsciente ruedecilla en la maquinaria del III Reich" y a ¡compadecerse a sí mismo! por la magnitud de la tarea asignada -el asesinato de los judíos y otros considerados enemigos del Reich- , escribió su autobiografía en la prisión de Cracovia mientras esperaba a ser procesado tras su detención en 1946. El ex comandante, puntilloso especialista de la liquidación, fue condenado a muerte y colgado el 7 de abril de 1947 en un patíbulo alzado en el propio campo, en el centro del atormentado paisaje de su maldad.

Excepcional testimonio de uno de los máximos implicados en el genocidio nazi -y el único directo, de su puño y letra, de un comandante de campo de exterminio-, Yo, comandante de Auschwitz (Kommandant in Auschwitz, 1958) se publica en España (Ediciones B) de nuevo tras ser editada hace exactamente treinta años por Mario Muchnik en una edición hace tiempo inencontrable. La traducción es la misma, de Juan Esteban Fassio, pero la nueva publicación, aparte de escribir el nombre como Höss y no Hoess como en la primera (lo que hace más difícil la habitual confusión por homofonía del jefe del campo con el lugarteniente de Hitler, Rudolf Hess), cuenta con una excepcional introducción de Primo Levi, escrita en marzo de 1985 y que ya vale todo el libro (por su interés, su emoción y no digamos su categoría moral).

Levi advierte que el libro está lleno de "infamias contadas con torpeza", que su nivel literario es "mediocre" (y se queda corto) y que el autor se revela "un canalla estúpido y verboso, basto, engreído y por momentos manifiestamente falaz". Y sin embargo, añade, "esta autobiografía es uno de los libros más instructivos que se hayan publicado nunca por cuanto describe con precisión el itinerario de uno de los mayores criminales de la historia". (...)

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