martes, 16 de marzo de 2010

La ciudad de las viudas


ANA GABRIELA ROJAS
EL PAIS SEMANAL - 14-03-2010

Todavía no amanece. Pero la sombra que estaba tirada en el polvoroso suelo empieza a desperezarse. Lentamente se levanta y anda por las frías y retorcidas callejuelas. Cojea. Su caminar transmite pesar. Como si con cada paso pidiera perdón por su existencia. De la oscuridad van surgiendo otros espectros similares que le acompañan en la misma dirección. Cada vez se unen más hasta formar un silencioso desfile del que sólo son testigos los perros callejeros. Esta peregrinación llega a una estrecha calle que desemboca en una pequeña puerta con símbolos hinduistas. Detrás de ella hay un patio interno ocupado ya por cientos de las siluetas sentadas en posición de flor de loto.

Así, arrastradas por la pobreza o repudiadas por su familia, miles de mujeres han llegado aquí, a Vrindavan, también llamada ciudad de las viudas. Está a sólo 150 kilómetros de Nueva Delhi, la capital de la emergente India, y a sólo 70 kilómetros de su perla turística: Agra, con el Taj Mahal, que irónicamente fue construido por amor a una mujer. Vrindavan, un lugar que parece olvidado por el tiempo, es, en cambio, el lugar adonde van a parar las mujeres a quienes nadie quiere ya. Según el hinduismo, el juguetón dios Krishna pasó aquí su infancia, por eso para muchas ramas de esta religión, entre ellas los Hare Krishna, es un lugar sagrado. Cientos de templos de todos los tamaños y formas sobresalen en sus medievales calles laberínticas, por las que corre el desagüe al aire libre.

A pesar de lo patéticas que pueden ser las condiciones en Vrindavan, podrían no ser las peores, aseguran las especialistas. En India hay unos 33 millones de viudas, muchas de las cuales viven en aldeas donde sufren crueles abusos y marginación. Al menos en Vrindavan existen ciertas redes de apoyo y ellas comparten su soledad. La mayoría de las mujeres no volverían a sus aldeas, asegura la profesora de Harvard. "No tengo otro lugar adónde ir", es la respuesta de varias de ellas cuando se les pregunta qué hacen en la ciudad de Krishna. La gran mayoría llegan -o han sido traídas por sus familiares- del Estado de Bengala Occidental. Esto sucede porque allí existe un gran culto a Krishna y porque allí sí se les otorga el derecho de propiedad, así que los hijos prefieren mandar a su madre "a que se salve espiritualmente".

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