Macarena Gelman. Hija de desaparecidos. La nieta del poeta Juan Gelman aún busca a la madre que le arrebató la dictadura militar (1973-1985) y ha llevado a juicio al Estado uruguayo para acabar con la impunidad de los verdugos
AGNESE MARRA MONTEVIDEO 06/03/2011 08:00 Actualizado: 06/03/2011 19:17
Hace diez años, la vida de Macarena Gelman dio un giro de 180 grados. Su madre adoptiva le confesó que no era su hija, y que su verdadero abuelo, el poeta Juan Gelman, movía cielo y tierra para encontrarla. Macarena, que entonces se apellidaba Touriño, se enteró de que era hija de desaparecidos y se encontró de frente con la historia más negra de Uruguay. Desapariciones, Plan Cóndor, niños robados, hechos en los que se sumergió y de los que reconoce no haber salido a flote.
A su lado se ha mantenido siempre su madre adoptiva, que no sabía de dónde provenía. Sus padres biológicos fueron secuestrados en Buenos Aires en 1976 y en 1989 encontraron en un bidón lleno de cal los restos de Marcelo Gelman. La madre fue trasladada a Montevideo embarazada de siete meses. El 1 de noviembre de 1976 daba a luz y en diciembre la separaban de su hija. Nunca más se supo de ella. La búsqueda de los restos de su madre, María Claudia, se ha convertido en el centro de su vida. La Ley de Caducidad, que amnistía los delitos cometidos durante la dictadura, siempre se interpone en su camino.
«Pasé una depresión y estoy enferma a causa de la ansiedad»
En 2006, denunció con su abuelo a Uruguay ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). ¿Cómo llegó a esa decisión?
Después de una larga espera, el Estado no ha dado respuesta a ninguna de las preguntas sobre mi mamá, qué pasó con ella, qué pasó conmigo. Desde el año 2000, toda la información que hemos obtenido ha sido por iniciativa particular. La demanda se presenta por denegación de justicia para investigar la desaparición forzada de mi madre.
¿Pidieron la anulación de la Ley de Caducidad?
«Uruguay no acepta que, en democracia, yo estuve 15 años desaparecida»
Todas las trabas que se han puesto a esta causa se han debido en gran parte a la Ley de Caducidad. Lo que pedimos a la CIDH es que se eliminen los obstáculos jurídicos que impiden la investigación.
Si la sentencia falla a su favor, ¿qué supondría para Uruguay?
Se obligaría al Estado a dotar de los medios para que se llevara a cabo un proceso justo. Supondría la abrogación de la Ley de Caducidad o que los efectos de esta cesasen por completo. Se abrirían archivos y se debería hacer actos públicos de reconocimiento.
«Lo que más me ha dolido es la total indiferencia del Estado»
¿Qué es lo que más le ha dolido de la actuación del Estado?
Lo peor ha sido la indiferencia. El Estado no me ha dado ningún tipo de asistencia. Incluso ante la CIDH, el representante de Uruguay reconoció los hechos sucedidos durante la dictadura, pero no aceptó que en democracia yo permaneciera 15 años desaparecida, que mi familia me seguía buscando, que no se hizo ningún esfuerzo para encontrarme. Toda demora en la Justicia implica falta de justicia, porque después de tantos años hay mucha prueba que ha desaparecido, y eso el Estado uruguayo no lo reconoce.
¿Tenía expectativas de que el Gobierno del Frente Amplio se enfrentara al pasado del país?
Es una bandera histórica de la izquierda y esperaba mucho más. No digo que no se haya hecho nada. Se han hecho cosas, pero no suficientes. Tienen aún que hacerlo todo. Es una responsabilidad.
¿Por qué cree que los partidos no actúan?
Encarar temas del pasado reciente es difícil para cualquier sector político. Hoy, el único que podría hacer algo es el Frente Amplio. Los demás partidos tienen muchos intereses. No olvidemos que la dictadura fue cívico-militar, por tanto no sólo los militares estuvieron involucrados. También creo que un partido de izquierdas que defendió siempre esta causa y hoy llega al poder y no hace nada o poco está traicionando algunos ideales.
¿Cree que los uruguayos no quieren resolver las deudas de la dictadura?
La gente votó a favor de mantener la Ley de Caducidad por varias razones. Había falta de información e indiferencia. Además se planteó en medio de una elección presidencial, lo cual le quitaba la importancia, y el Frente Amplio no apoyó la iniciativa. Creo que si, después de 30 años, estamos con este tema es porque no podemos seguir hacia adelante sin resolverlo. Las heridas nunca se han cerrado. Entiendo que la gente esté aburrida, por eso lo mejor que puede hacer el Gobierno es enfrentarse al problema lo antes posible. Si hoy en día excavamos en cuarteles y gastamos dinero en investigaciones no es porque las víctimas sean pesadas, es porque hay funcionarios del Estado que actuaron en nombre del Estado y que no colaboraron. La responsabilidad es del Estado, no de las víctimas. Siempre hay una intención de desviar la responsabilidad hacia las víctimas. Es macabro.
¿Cuál ha sido el coste personal?
El tiempo no cura las heridas, sino que las hace más profundas. No sé cómo estoy, he hallado el modo de sobrevivir dignamente. Estuve años sin fuerzas para hacer nada, pasé una depresión. Ahora estoy enferma a causa de la ansiedad, pero estoy empezando a recuperarme. Es un gran dolor ver el sufrimiento que ha pasado mi familia y no saber qué fue de mi mamá, y saber que hay gente con la voluntad expresa de que no lo sepa. Muchas veces me pregunto el porqué de tanta maldad.
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