ANA GABRIELA ROJAS 02/03/2011
Arumguma Revathi nació hombre, pero siempre se sintió mujer. Esto era
imposible de comprender en su pequeña aldea en Tamil Nadu, al sur de la India.
Sus dos hermanos fueron los primeros que la reprendieron y golpearon hasta casi
la inconsciencia cuando descubrieron que actuó vestida de mujer en un festival
religioso. En la calle muchos se reían de ella por ser un "niño-niña".
Su padre la sacó de la escuela y la puso a trabajar como su ayudante en su camión
de reparto de leche. Hasta que encontró a un grupo de hijras, varones
que adoptan una identidad femenina. Entonces entendió que no era la única que
vivía esa situación.
"Cogí dos saris (vestidos tradicionales indios) de mi madre y
me escapé a los 13 años en búsqueda de mi libertad", cuenta Revathi en el
café del palacio Rambagh, en Jaipur, que perteneció a los maharajás y ahora
pertenece a la cadena de lujosos hoteles Taj.
Revathi emprendió un largo viaje en tren a Nueva Delhi en búsqueda de su
gurú (la hijra que le ayudó en su cambio a mujer) con sólo 350 rupias
(ni 6 euros actuales). Por ello se escandaliza al mirar los altos precios del
restaurante, recomendado por sus bellos jardines y sus mármoles tallados para
posar para la fotografía. Mientras come con los dedos, incluso el arroz, con la
facilidad con que lo hacen los indios, concede: "La comida está buenísima,
picante, como me gusta".
Pronto descubrió que la discriminación que sufren los del tercer sexo
les condenaba al ostracismo y con pocas opciones de ganarse la vida, entre
ellas prostituirse, mendigar o extorsionar a cambio de "bendecir o no
maldecir" en una boda o en un nacimiento.
Ella se prostituyó. "Tontamente pensé que era la forma de encontrar
el contacto humano y el amor. Pero me perdí el respeto. Me desengañé a base de
la violencia que sufrí", dice con los ojos humedecidos. No se ahorra los
detalles de la crueldad con la que fue tratada, como la vez que llegó malherida
a un hospital. El doctor, lejos de atenderla, le increpó: "Esto te pasa
por no actuar como el hombre que eres".
"Tuve rabia, con la sociedad, con el Gobierno, con el mundo. Nadie
me entendía", cuenta. Pero tuvo la suerte de encontrar Sangam, una ONG que
ayuda al colectivo. "Me di cuenta de que no iba a llegar a ningún lado
teniéndome lástima: tenía que salir adelante yo misma. Saqué fuerza de la
flaqueza y empecé a ayudar a otras mujeres como yo". Revathi fue tan
activista que llegó a dirigir la organización. No hay cálculos oficiales de cuántos
hijras hay en India, pero algunas organizaciones hablan de un millón (en
una población de 1.180 millones).
Y para que más gente comprendiera a su
colectivo, escribió su historia de sufrimiento y superación en The thruth
about me (La verdad sobre mí). Este libro se ha vuelto en India un
referente para la comunidad transexual. "Desde que conté mi historia más
gente entiende nuestros problemas. Estoy convencida de que el arte es la mejor
manera de concienciar y cambiar a la sociedad", asegura. Ahora piensa en
escribir una obra de teatro. En el restaurante ni los camareros, ataviados con
turbante, dejan de mirar curiosamente a Revathi. "Esto ha sido así toda mi
vida. Antes me enojaba, pero ahora ya no. Sé quien soy yo y no me importa lo
que digan los demás".
Ningún comentario:
Publicar un comentario