Medio siglo después de su estreno y prohibición se recupera 'PM', mítico
filme cubano - La cinta indignó a Castro y marcó el inicio de la represión
cultural
JUAN CRUZ - Madrid - 03/03/2011
Una película de 14 minutos que indignó a Fidel Castro desencadenó en Cuba
la represión de todo lo que no fuera del gusto del comandante.
Pasó hace medio siglo. La película se titulaba PM sobre la noche
habanera y tras 50 años de azarosa clandestina vida se recuperará en mayo para
proyectarse en Casa de América (Madrid).
El documental fue realizado por Orlando Jiménez Leal, a quien apoyaba,
como editor, Saba Cabrera, hermano menor de Guillermo Cabrera Infante.
Trabajaban en televisión. La Revolución había lanzado la alerta ante una
invasión norteamericana de la isla. Y los informativos en los que trabajaba
Orlando, entonces un camarógrafo de 18 años, le envió a buscar material que
desmostrara que la gente se estaba armando patrióticamente contra el invasor.
Regresó con cuatro minutos que decían todo lo contrario. La gente seguía
la rumba; La Habana no había sido poseída, dice ahora el cineasta, ni por el
miedo ni por la patria; "de hecho", dice, "una negra propuso:
'Oye, chico, ¿y por qué en lugar de Patria o Muerte no decimos Patria o
Lesiones leves?".
Ese material fue a la basura. El clima cultural que había en Cuba estaba
marcado por Lunes de Revolución, la revista que dirigía Guillermo
Cabrera Infante; en aquella atmósfera trabajaban Carlos Franqui, Néstor
Almendros... Orlando creyó que se podía prolongar ese material para retratar La
Habana de noche.
Se apoyó en Saba Cabrera, y pusieron las cámaras, sin luces, ante
paisajes nocturnos en los que la rumba y los tragos eran el paisaje que se movía,
como sombras en la noche.
Filmaron en diciembre de 1960. Editaron el filme en enero, y percibieron
"que alguien andaba espiando". Era Alfredo Guevara, factótum del cine
cubano aún hoy. Estrenaron PM [Pasado Meridiano] en la tele.
"Y la recepción fue muy buena". Néstor Almendros escribió en Bohemia:
"He aquí una película corta cubana que resulta una auténtica joya del cine
experimental".
Iba a ser, pues, una sorpresa, e iba a ser única, Néstor tenía razón. PM
era, según el legendario cineasta cubano, "un pequeño filme (...) que
recoge fielmente toda la atmósfera de la vida nocturna". "El
procedimiento", proseguía, "no puede ser más simple: es el del cine
espontáneo, el free cinema que tanto auge tiene ahora en el mundo".
A la admiración siguió la bala de la censura, que ya estaba en posición
de disparo. Para el estreno en cines necesitaban la aprobación de una junta que
aún obedecía leyes de Batista. Y fue entonces cuando se encontraron con la
pared enfrente.
"La película no solo está prohibida sino que se halla
confiscada", le dijeron a Jiménez Leal. La orden era de Guevara (Alfredo).
Se desencadenó un tumulto que se llevó por delante las aspiraciones de libertad
del grupo que nucleaba el mayor de los Cabrera Infante, Guillermo.
Pero para llegar a esa disolución de facto de la naciente cultura nacida
de la Revolución ocurrió un largo calvario, que incluyó de manera destacada el
famoso discurso en el que Castro les dijo a los incriminados, en medio de un
juicio que tuvo como escenario la Biblioteca Nacional: "Con la Revolución
todo, contra la Revolución nada". A partir de ahí ha habido incesantes
episodios.
PM condujo al
exilio, en uno u otro momento, a Guillermo Cabrera Infante, a su hermano Saba,
a Orlando Jiménez Leal, a Néstor Almendros, que tuvo una destacada participación
en el repudio que desató la prohibición de la película. Miriam Cabrera Infante,
la viuda de Guillermo, nos decía ayer: "Se hizo para acabar con Guillermo
y con el grupo de Lunes de la Revolución".
¿Y por qué? Orlando cree que se aprovechó la circunstancia para lanzar un
mensaje: todo tenía que ser revolucionario, o aparentemente revolucionario; la
película "no glorificaba al hombre según la estética del realismo
socialista; nosotros hacíamos, más bien, un surrealismo socialista; les pareció
un reportaje irreverente. PM no podía ser".
En la reunión plenaria, de escritores con Fidel, este puso la pistola
sobre la mesa, explicó que o se estaba con la Revolución o contra la Revolución.
Y mandó parar, exactamente. "Ahí", dice ahora Jiménez Leal, "se
acabó la rumba, se terminó la fiesta". Néstor se fue gritando: "¡Eso
le hizo Stalin a Eisenstein!".
Ahí ensayaron Fidel y sus compañeros lo que pasaría luego. "Lo de
Heberto Padilla fue una versión remasterizada y en color de lo que pasó
con PM. Ahí se inició la diáspora".
Esos 14 minutos marcaron su medio siglo restante, el suyo y el de los
suyos. Hizo cine, solo y con Néstor Almendros, hace fotografía, pero aún le
dura la visión de Castro gritando en la Biblioteca Nacional. Con la pistola en
la mesa, contra PM, sobre la noche en La Habana, el comandante mandó
parar.
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