Brasil dio a
la ley contra la violencia machista el nombre de esta activista, que quedó
parapléjica por los malos tratos
ISABEL
COELLO SÃO PAULO (BRASIL) 07/03/2011
Le despertó un ruido
fuerte, repentino. Abrió los ojos. Estaba oscuro. No vio a nadie. Era tarde y
María estaba en su dormitorio, acostada. Intentó moverse, pero no pudo.
"Cerré los ojos y un pensamiento me vino a la cabeza: Dios mío, Marco
me ha matado de un tiro", cuenta.
Maria Da Penha Fernandes
era farmacéutica. Estaba casada y llevaba años soportando la violencia de su
marido, Marco Antônio Heredia Viveiros, un profesor universitario. En 1983,
Heredia le disparó mientras ella dormía. A consecuencia del ataque, María quedó
parapléjica. Su agresor trató de ocultar el crimen afirmando que el ataque lo
había cometido un ladrón. Cuando María volvió a casa tras pasar meses en el
hospital, volvieron a reanudarse los abusos, hasta que Heredia intentó
asesinarla de nuevo electrocutándola. En esa ocasión, María buscó ayuda y se
fue de la casa con sus tres hijas.
Pasaron casi 20 años hasta
que María vio a su exmarido encarcelado. "Fue finalmente a prisión en
2002, cuando faltaban sólo seis meses para que prescribieran los delitos",
cuenta Da Penha a Público. Su caso se convirtió en un paradigma del
calvario que vivían muchas brasileñas que sufrían violencia de género, en gran
parte causado por la desatención de las autoridades. "Yo denuncié mi caso,
pero por la negligencia con la que se llevaban los temas de violencia"
dice María, sin terminar la frase.
La primera condena a Marco
Antônio se produjo en 1991, pero la defensa apeló y la sentencia fue anulada.
Da Pehna no se rindió y siguió con su trabajo de hormiguita. "Como
estaba parapléjica, tenía todo el tiempo del mundo y podía emplearme en
ello", explica.
El caso llegó hasta la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, que en 2001 falló en su favor y puso
en evidencia la incompetencia del Estado brasileño. Cinco años después, el
entonces presidente, Luiz Inácio Lula Da Silva, firmaba una nueva ley contra la
violencia de género. Es la Ley Maria Da Penha.
Obligación de proteger
"Es una ley muy
completa que incluye asistencia, prevención y educación", afirma la
secretaria de Estado para la lucha contra la violencia, Aparecida Gonçalves.
"El Estado tiene la obligación de proteger y de prevenir la violencia",
explica Maria Da Penha. "Desde que la ley entró en vigor, más mujeres han
comenzado a denunciar porque están protegidas", añade.
Renata, de 40 años y madre
de cuatro hijos, lleva desde junio en una casa de acogida de
São Mateo, en la periferia de São Paulo, y está contenta.
"Mis hijos están
tranquilos. Antes no dormían y ahora sí. Ellos van a la escuela y yo estoy
trabajando en una empresa", señala. Casada durante 14 años y víctima de
violencia durante ocho, llegó al centro después de que su marido prendiera
fuego a la vivienda conyugal y ella se refugiara en casa de una amiga que
la convenció para denunciar.
"Lo bueno de esta ley
es que desnaturalizó la violencia doméstica, que antes era aceptada como algo
natural", opina Alcione Massula, coordinadora de uno de los centros de
acogida de São Mateo. "Pero ni mucho menos está todo hecho. No. Es
preciso invertir en políticas públicas de mujeres. Faltan más casas de acogida,
más recursos. Y el desafío más grande, que es transformar la cultura machista".
"La ley es aún un bebé
coincide su compañera Sibeli Vieria, coordinadora de otro centro. Hacen falta,
por ejemplo, más juzgados especiales para mujeres. En São Paulo sólo hay uno.
Pero, al menos, ahora hay recursos para que la mujer exija la protección
prometida. No está totalmente desamparada".
Massula y Vieria afirman
que otro caso como el de Maria Da Penha podría darse hoy, ya que no hay un
sistema de juicios rápidos y la deriva que pueda tener una denuncia sigue
siendo una especie de lotería: depende de la sensibilidad del funcionario que
te atienda. "Algunos casos son ignorados en comisaría. Hubo una actriz
porno que fue a denunciar maltrato y le dijeron que la ley era para gente
honesta. A día de hoy, está desaparecida", cuenta Alcione.
"Es un gran logro de
la Administración Lula, pero la aplicación no es la ideal", opina la
representante del Fondo de la ONU para las Mujeres (Unifem) en Brasil, Rebecca
Tavarés. "Sólo hay 500 comisarías especializadas para un país tan grande.
Así no vamos a poder llegar a las mujeres. Es muy importante formar y capacitar
a los policías. Ese es el gran desafío".
Precisamente, la Agencia
Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID) ha destinado 160.000
euros a cursos de formación en los que se cualifica a fiscales, profesores y
policías en temas relacionados con los derechos humanos. Se incluye
formación en prevención de la violencia de género.
"El
Gobierno de Lula fue muy bueno para las mujeres y espero que el nuevo [de
Dil-ma Rousseff] dé continuidad", dice la mujer que da nombre a la ley. El
hombre que trató de matarla dos veces acabó cumpliendo en la cárcel sólo dos
de sus diez años de condena. Pero Da Penha asegura no estar enfadada:
"Los beneficios que ha logrado esta ley para el conjunto de mujeres
brasileñas superan mi propia historia".
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