martes, 8 de marzo de 2011

Maria Da Penha, mujer y ley


Brasil dio a la ley contra la violencia machista el nombre de esta activista, que quedó parapléjica por los malos tratos 
ISABEL COELLO SÃO PAULO (BRASIL) 07/03/2011
Le despertó un ruido fuerte, repentino. Abrió los ojos. Estaba oscuro. No vio a nadie. Era tarde y María estaba en su dormitorio, acostada. Intentó moverse, pero no pudo. "Cerré los ojos y un pensamiento me vino a la cabeza: Dios mío, Marco me ha matado de un tiro", cuenta.
Maria Da Penha Fernandes era farmacéutica. Estaba casada y llevaba años soportando la violencia de su marido, Marco Antônio Heredia Viveiros, un profesor universitario. En 1983, Heredia le disparó mientras ella dormía. A consecuencia del ataque, María quedó parapléjica. Su agresor trató de ocultar el crimen afirmando que el ataque lo había cometido un ladrón. Cuando María volvió a casa tras pasar meses en el hospital, volvieron a reanudarse los abusos, hasta que Heredia intentó asesinarla de nuevo electrocutándola. En esa ocasión, María buscó ayuda y se fue de la casa con sus tres hijas.
Pasaron casi 20 años hasta que María vio a su exmarido encarcelado. "Fue finalmente a prisión en 2002, cuando faltaban sólo seis meses para que prescribieran los delitos", cuenta Da Penha a Público. Su caso se convirtió en un paradigma del calvario que vivían muchas brasileñas que sufrían violencia de género, en gran parte causado por la desatención de las autoridades. "Yo denuncié mi caso, pero por la negligencia con la que se llevaban los temas de violencia" dice María, sin terminar la frase.
La primera condena a Marco Antônio se produjo en 1991, pero la defensa apeló y la sentencia fue anulada. Da Pehna no se rindió y siguió con su trabajo de hormiguita. "Como estaba parapléjica, tenía todo el tiempo del mundo y podía emplearme en ello", explica.
El caso llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que en 2001 falló en su favor y puso en evidencia la incompetencia del Estado brasileño. Cinco años después, el entonces presidente, Luiz Inácio Lula Da Silva, firmaba una nueva ley contra la violencia de género. Es la Ley Maria Da Penha.
Obligación de proteger
"Es una ley muy completa que incluye asistencia, prevención y educación", afirma la secretaria de Estado para la lucha contra la violencia, Aparecida Gonçalves. "El Estado tiene la obligación de proteger y de prevenir la violencia", explica Maria Da Penha. "Desde que la ley entró en vigor, más mujeres han comenzado a denunciar porque están protegidas", añade.
Renata, de 40 años y madre de cuatro hijos, lleva desde junio en una casa de acogida de São Mateo, en la periferia de São Paulo, y está contenta.
"Mis hijos están tranquilos. Antes no dormían y ahora sí. Ellos van a la escuela y yo estoy trabajando en una empresa", señala. Casada durante 14 años y víctima de violencia durante ocho, llegó al centro después de que su marido prendiera fuego a la vivienda conyugal y ella se refugiara en casa de una amiga que la convenció para denunciar.
"Lo bueno de esta ley es que desnaturalizó la violencia doméstica, que antes era aceptada como algo natural", opina Alcione Massula, coordinadora de uno de los centros de acogida de São Mateo. "Pero ni mucho menos está todo hecho. No. Es preciso invertir en políticas públicas de mujeres. Faltan más casas de acogida, más recursos. Y el desafío más grande, que es transformar la cultura machista".
"La ley es aún un bebé coincide su compañera Sibeli Vieria, coordinadora de otro centro. Hacen falta, por ejemplo, más juzgados especiales para mujeres. En São Paulo sólo hay uno. Pero, al menos, ahora hay recursos para que la mujer exija la protección prometida. No está totalmente desamparada".
Massula y Vieria afirman que otro caso como el de Maria Da Penha podría darse hoy, ya que no hay un sistema de juicios rápidos y la deriva que pueda tener una denuncia sigue siendo una especie de lotería: depende de la sensibilidad del funcionario que te atienda. "Algunos casos son ignorados en comisaría. Hubo una actriz porno que fue a denunciar maltrato y le dijeron que la ley era para gente honesta. A día de hoy, está desaparecida", cuenta Alcione.
"Es un gran logro de la Administración Lula, pero la aplicación no es la ideal", opina la representante del Fondo de la ONU para las Mujeres (Unifem) en Brasil, Rebecca Tavarés. "Sólo hay 500 comisarías especializadas para un país tan grande. Así no vamos a poder llegar a las mujeres. Es muy importante formar y capacitar a los policías. Ese es el gran desafío".
Precisamente, la Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo (AECID) ha destinado 160.000 euros a cursos de formación en los que se cualifica a fiscales, profesores y policías en temas relacionados con los derechos humanos. Se incluye formación en prevención de la violencia de género.
"El Gobierno de Lula fue muy bueno para las mujeres y espero que el nuevo [de Dil-ma Rousseff] dé continuidad", dice la mujer que da nombre a la ley. El hombre que trató de matarla dos veces acabó cumpliendo en la cárcel sólo dos de sus diez años de condena. Pero Da Penha asegura no estar enfadada: "Los beneficios que ha logrado esta ley para el conjunto de mujeres brasileñas superan mi propia historia".

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