Un libro relata la lucha de 240 profesoras de Ferrol por alfabetizar a
las mujeres
LORENA BUSTABAD - Ferrol - 03/03/2011
Aula do Colexio Compañía de María, principios do s. XX |
En el siglo XVIII, apenas el 1% de la población femenina sabía leer y
escribir. La educación era un privilegio al alcance de muy pocos hombres y prácticamente
vetada a la mujer. Los niños ricos tenían un tutor y las niñas, una institutriz
que las adiestraba para su futuro papel de esposas y madres. Las familias
adineradas recurrían a una amiga de confianza que les enseñaba canto y bordado
antes que el alfabeto. Pero hacia finales del XVIII, un puñado de ilustradas
ferrolanas se atrevió a romper con esa marginación y convirtió sus casas en
pequeños templos de letras y libros, al amparo de un decreto de 1783 del rey
Carlos III, que permitía crear escuelas para niñas. Su historia se recoge en Ferrol
en Femenino II. Primeiros pasos na educación das mulleres en Ferrol do século
XVIII ao XX, una publicación de 47 páginas que repasa la historia de la
enseñanza femenina en los últimos 300 años a través de 241 maestras locales
"con nombre y apellido".
Un bando de la alcaldía fechado en 1784 nombra a las cinco primeras
educadoras censadas en la ciudad. María de Castro, Antonia Fernández, Josepha
Sallera, Juliana Maté y Agustina Martínez de las Murias repartieron sus pequeñas
escuelas por los barrios de Esteiro y A Magdalena. Para ejercer, precisaban de
un "informe de buena conducta" acorde a los preceptos del
catolicismo.
María de Castro regentó su escuela durante 40 años y cedió el testigo a
su hija. Teresa Pazos, y otras, siguieron su ejemplo y la maestría fue el
sustento de varias generaciones de mujeres. A sus clases asistían los niños y
niñas menores de cinco años y, pese a que el reglamento prohibía mezclar los
sexos, aparecieron algunas escuelas mixtas que "el Ayuntamiento intentó
eliminar sin éxito".
El germen de esta publicación se gestó hace tres años. Un pequeño equipo
de mujeres comenzó a indagar en los archivos ferrolanos bajo la dirección de
Rosa Millán, para dignificar la figura de ferrolanas ilustres como la oceanógrafa
Ángeles Alvariño, o la inventora Ángela Robles. Por el camino, se toparon con
otras historias que nunca habían sido contadas. El resultado de sus primeras
averiguaciones se plasmó en Ferrol en femenino, editado en febrero de
2010. Un año después ve la luz la segunda parte de su investigación, centrada
en la educación, y compilada en Ferrol en femenino II. Para documentar
las huellas de las primeras docentes rastrearon los archivos del municipio, de
la Compañía de María y del antiguo Hospital de Caridad. Reunieron fotos y
escritos cedidos por instituciones y particulares para hilvanar nombres y
recuerdos.
La Escuela Pía, el primer colegio público para niñas de Ferrol, se creó
en 1830 en los bajos del viejo hospital y se gestionaba desde el Ayuntamiento,
cuenta la historiadora Carmen Pérez. Acudían 200 niñas de 6 a 13 años, hijas de
las familias más pobres, y su fundación supuso un revulsivo para la enseñanza
femenina del siglo XIX y puso coto al analfabetismo.
Las alumnas aventajadas se instruían como futuras maestras alimentando la
cadena educativa, y a las clases de lectura, calceta y dibujo se sumó la aritmética.
En 1894, el centro también comenzó a impartir clases dominicales para mujeres
adultas que ansiaban aprender a leer. El trabajo de la Escuela Pía dio sus
frutos y en 1860 Ferrol ya presumía de tener "una de las tasas de
alfabetización más altas de Galicia".
Al despunte contribuyó desde 1885 la
Escola de Artes y Oficios de Ferrol, el primer centro gallego para jóvenes
aprendizas. Provenían de familias de escasos recursos y se entrenaban en corte
y confección o el arte del telar. El libro, que se presentó esta semana, también
repasa el proyecto de Francisco Iturralde y Marina Ochotorena para instaurar
una Escuela Racionalista en la ciudad en 1933, que se truncó con la Guerra
Civil.
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