FIETTA JARQUE - Basilea
EL PAÍS - 21-07-2010
El mito describe a un chico negro de la calle, un vagabundo adolescente en el Nueva York sórdido de finales de los setenta y principio de los ochenta -cuando los yuppies se mudaron a los suburbios y las calles se volvieron peligrosas-, que hacía grafitis en las paredes del SoHo, empezó a pintar de manera autodidacta y fue descubierto por galeristas ávidos de sangre joven. Se hizo famoso, millonario, sucumbió a las drogas y murió a los 27 años de una sobredosis. Se convirtió en leyenda y su cotización siguió subiendo. Pero la vida y la obra de Jean-Michel Basquiat discurrió por otros derroteros que han quedado reducidos a la letra pequeña de su historia. Y son los que realmente lo hacen grande. Un artista de genio. Algo que puede comprobarse, en la retrospectiva que le dedica la Fundación Beyeler, en Basilea (Suiza), hasta el 5 de septiembre.
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