JACINTO ANTÓN
ELPAIS.com - Internacional - 03-07-2010
Todo padre guarda secretos capaces de desazonar a sus hijos. Pero lo que descubrió Barbara Ursula Cherish del suyo no admite comparación. Su progenitor, del que conservaba una única fotografía, en uniforme -negro y con calavera en la gorra-, desde que de niña fue separada de su familia alemana y dada en adopción a un matrimonio estadounidense, era oficial de las SS. Y no uno cualquiera, sino el obersturmbannführer (teniente coronel) Arthur Liebehenschel, comandante de Auschwitz durante parte de la existencia del gran campo de exterminio. "Mi padre no era un monstruo", asegura por teléfono, con voz muy dulce, Cherish desde su casa en Pahrump, Nevada.
El año pasado, Barbara Cherish (nacida Bärbel Liebehenschel en Oranienburg, en Alemania, en 1943) publicó un libro que ahora se acaba de editar en castellano (El comandante de Auschwitz, Laocoonte, 2010) en el que explica su lucha con la memoria de su padre y su investigación para esclarecer los puntos oscuros (¡) de la vida de este. Atraviesa el libro una esperanza de la autora: la de que Liebehenschel mostrara algún rasgo al que acogerse, no para una redención que ella sabía absolutamente imposible ("nunca tuve la intención de exonerarlo"), sino a fin de humanizarlo lo suficiente como para poder afrontar el hecho terrible de ser su hija. Y Cherish halló una característica a la que se agarra como a un clavo ardiente: su padre parece haber sido ¡un mal comandante de Auschwitz! Con tasas bajas de mortalidad. Un oficial al que sus superiores juzgaron inepto, blando e incapaz, e incluso indigno de ser un SS. Eichmann lo juzgaba "un niño incorregible" que ignoraba las normas.
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