
LALI CAMBRA - Ciudad del Cabo
EL PAÍS - Internacional - 06-08-2010
Un dicho muy difundido en los años noventa sobre la guerra civil que arrasó Angola: "El Gobierno tiene el petróleo, pero [la guerrilla de] UNITA, los diamantes". Muchos. Se calcula que la organización de Jonas Savimbi consiguió más dinero mediante la venta ilegal de diamantes que el recibido desde Sudáfrica y EE UU, países que respaldaban a esta guerrilla. En Sierra Leona, los rebeldes del Frente Unido Revolucionario (RUF) iniciaron el comercio con diamantes a mediados de los noventa. Los intermediarios operaban desde y con apoyo de la vecina Liberia. Presidía entonces Charles Taylor.
Los conflictos en Angola y Sierra Leona sirvieron para bautizar como diamantes de sangre las piedras preciosas de países en guerra cuya venta financia los conflictos bélicos. Desde 2000, los países productores de diamantes se han comprometido en el Proceso de Kimberley, que certifica que las piedras que llegan al mercado internacional proceden de fuentes legítimas. Sin embargo, la credibilidad del Proceso de Kimberley se ha visto dañada en el último año. Zimbabue permanece en el acuerdo pese a haberse documentado abusos por parte de su Ejército contra los mineros y la población local.
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