Una exposición y un disco tributo recuperan el espíritu indómito y las canciones atemporales de Vainica Doble
JESÚS MIGUEL MARCOS MADRID 31/07/2010
Gloria Van Aerssen y Carmen Santonja, Vainica Doble, grabaron su último disco en el año 2000. Entre sesión y sesión, Gloria se dedicaba a contar historias, sobre todo de su vida y su familia. Como aquella de una antepasada suya, que era piloto y durante la II Guerra Mundial se dedicó a sacar a los judíos de ciudades amenazadas con su avioneta. Gloria, a su manera, fue también una heroína. Junto a Carmen, cantó a España las canciones que este país nunca había escuchado y que posiblemente nunca imaginó que escucharía.
Ellas cambiaron este destino a base de higos chumbos, salmonetes, tigres, ballenas azules, caramelos, chiribitas, cotorras, pececillos de secano, bananos e incluso una máquina infernal. El pop no se hizo moderno en España con la Movida, sino diez años antes, con un dúo irrepetible que conmemora su 40 aniversario con una exposición artesanal de fotos y dibujos en la sala Costello de Madrid y un disco homenaje fabricado a mano, como no podía ser de otra manera.
"Vainica Doble rompió moldes en cuanto a estructura de las canciones, letras y armonías. Eran diferentes y personalísimas. No se había visto nada igual. A finales de los sesenta, las mujeres que se dedicaban a la música eran o yeyés o folclóricas. Carmen y Gloria rompieron con todo", explica Paco Clavel, promotor del álbum de homenaje, donde participan Germán Coppini, Javier Álvarez, Lucía Bosé y Nacho Mastretta, entre otros.
Carmen Santonja murió durante la grabación de aquel último disco, En familia (Elefant). Se la llevó un cáncer a los 66 años. No se habían quedado contentas con su anterior álbum, Carbono 14, grabado con una multinacional que les impuso una producción comercial con intención de ampliar su público. En familia fue un epílogo en el que quisieron ser las que habían sido siempre, dos artesanas del pop pequeño y cotidiano, orfebres de canciones divertidas, costumbristas y a la vez modernas, con unas letras misteriosas que daban la vuelta al lenguaje mezclando refranes populares, humor negro, crítica social y pasión por una vida distinta de la que vivía la mayoría. Una vida, sobre todo, más libre.
"Ellas representan la libertad a la hora de componer y hacer discos. Es decir, no se detenían ante nada, hacían lo que les daba la gana, sin prejuicios, sin tener en cuenta lo que se espera de ti... Tienen canciones que son fantasía pura", cuenta Ibon Errazkin, cuyos discos al frente de Le Mans y ahora en Single le deben bastante a la obra de Vainica Doble.
Dos mujeres a su aire
Tan libres que su carrera está llena de vericuetos. Lo mismo tejían la cortinilla del programa de cocina Con las manos en la masa que le componían un hit tan infalible como Rufino a Luz Casal (Carmen Santonja era una enamorada del rock and roll). "Las oí con unos amigos y me interesaron de inmediato", recuerda el escritor y antiguo productor discográfico José Manuel Caballero Bonald, que en 1973 produjo su disco más legendario, Heliotropo. Según dice, "yo sabía que, siendo ellas como eran, el disco no iba a ser un éxito comercial. No eran profesionales. Intentaron serlo, pero les divertía más andar libremente, no sujetarse a contratos ni a compromisos de giras". En toda su carrera, sus conciertos se cuentan con los dedos de dos manos.
Fueron de las primeras en cantar sobre el sometimiento de la mujer, pero su crítica nunca era solemne ni dramática. Se aproximaban a lo que les afectaba desde la diversión, el humor y el juego, como en la canción Mari Luz, incluida en 1971 en su disco de debut: "Y sus padres la querían casar / con un brillante ingeniero industrial: / Si ahora no le quieres ya le querrás, / con la costumbre el amor llegará'. / Y ella soñaba con Supermán / y con tarzán, con Peter-Pan...".
"Aportaron un carácter que iba de lo íntimo a lo descarado, con letras opuestas a la tradición. Trasladaban a su música el ambiente de su mundo libertario. Ellas mismas se reían de lo que cantaban", afirma Caballero Bonald. Fruto de su amplia educación musical, tenían influencias hasta del gregoriano y su background, sobre todo el de Carmen, se remontaba a piezas del siglo XVI. De ahí venían canciones religiosas como Oh! Jesús y El Evangelio según San Lucas.
"Supongo que utilizaban la religión porque la asociaban a su infancia. Además, eran muy desprejuiciadas. Otro grupo progre de la época no se hubiera atrevido a a cantarlas", sostiene Ibon Errazkin.
Los hijos de Vainica
Su influencia en la música española entre sus contemporáneos (Sabina, Serrat, Aute...) y más tarde, a partir de los ochenta, fue profunda. Los grupos de la Movida les copiaron el costumbrismo y la cotidianeidad, y parte del indie de los noventa, las melodías y el espíritu naif. "Sin Vainica, muchos de los grupos que vinieron después habrían sonado distinto. Se adelantaron a su tiempo a todos los niveles, tanto en música como en letras. Incluso fueron punkis antes del punk. Son una especie de tesoro de la música española", opina Luis Calvo, director del sello Elefant, que editó su último disco y planea un último trabajo con la obra inédita del dúo.
Les importaba el arte, no la fama, quizás por eso su nombre siempre ha permanecido detrás de la cortina del culto. Y eso que han escrito canciones famosísimas, se movían con gente del cine como José Luis Borau, Jaime de Armiñán o Iván Zulueta (aparecían en su primera película, Un, dos tres, al escondite inglés), e incluso Carmen Santonja tuvo papeles importantes en películas como El cochecito o El pisito. "Pasaban olímpicamente de estar en el candelero. Querían hacer buena música, pero pasaban de la promoción y de tocar en directo. A finales de los ochenta, yo tenía un programa de música en televisión y no veas lo que me costó llevarlas a tocar, y eso que eran mis amigas. Al final, me pusieron una condición: salir a tocar tapadas. Y se pusieron una especie de burka... Y así tocaron", rememora Paco Clavel.
En sus inicios, la censura franquista escuchaba sus discos con lupa, sospechando quizás con razón que el gato de ¿Quién le pone el cascabel al gato? era Franco. También fueron de las primeras en hablar de ecología (La ballena azul, El coto de Doñana) y de la homosexualidad. "Tenían aquella canción en la que una madre no entendía por qué su hijo prefería jugar con muñecas en lugar de soldaditos. Hubieran puesto a cualquier gobierno de derechas en contra", explica la hermana de Carmen Santonja, Elena.
Jota, cantante de Los Planetas, no duda en calificarlas como su grupo favorito: "Son costumbristas, pero llegan a sitios novedosos. No repiten esquemas de la tradición, sino que los llevan a otros sitio".
Déjame vivir con alegría, Caramelo de limón, Un metro cuadrado o Habanera del primer amor son algunas de las favoritas de su pequeño pero fiel grupo de seguidores. Casi todos coinciden, no obstante, en destacar El tigre de Guadarrama, que da título al disco que publicaron en 1981.
"Es impresionante. Habla de alguien que decide morir y se tira cuesta abajo por la ladera de una montaña y va hablando de lo que se encuentra. Carlos Berlanga decía que esa canción es la cima de la música, que está por encima de todo", concluye Ibon Errazkin. Seguramente algún artista la versionará en un nuevo disco tributo que se está preparando para después del verano.
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