El
Guggenheim reflexiona sobre la vuelta al orden del arte de entreguerras
GUILLERMO
MALAINA BILBAO 22/02/2011 08:20
Circo, de Antonio Donghi (1927) |
La I Guerra Mundial
atormentó a los artistas de la vieja Europa en el naciente siglo XX
hasta el punto de que la brutalidad bélica los llevó a replantearse el orden de
sus creaciones. Fue un fenómeno que se extendió por buena parte del continente,
incluso por España antes de sufrir su particular Guerra Civil. Mostrar qué
sintieron los creadores de aquel entonces y cómo lo plasmaron en sus obras es
el propósito de la exposición Caos y clasicismo: arte en Francia, Italia,
Alemania y España, 1918-1936, que a partir de hoy, y hasta el 15 de mayo,
acoge el Museo Guggenheim de Bilbao.
Con más de 150 obras de
pintura, escultura, fotografía, arquitectura, cine, moda y artes decorativas,
la muestra refleja la evolución del arte en ese periodo de entreguerras. En
medio de una inédita agitación política y social, muchos artistas sintieron
la imperiosa necesidad de buscar orden y se refugiaron en la antigüedad, en
los clásicos. Tal proceso suscitó la curiosa aparición de obras que
representaban una fusión entre la modernidad y la antigüedad, alejada del
cubismo, del futurismo o del expresionismo. Aquello significó un punto de
inflexión en la búsqueda de la innovación, que tanto había inspirado a los
artistas antes del estallido de la I Guerra Mundial.
En palabras del comisario
principal de esta exposición en el Guggenheim de Bilbao, Kenneth E. Silver,
catedrático de Arte Moderno de la Universidad de Nueva York, "no se
trataba de rechazar totalmente lo hecho hasta entonces, sino de integrar
algunos elementos" en ese retorno al Renacimiento en Italia, al arte
barroco en España o el arte francés del siglo XVII.
Picasso, un hombre clave
La fiebre por la estética
clásica, lo que Jean Cocteau denominó le rappel à l'ordre (la llamada al
orden), se propagó con rapidez con la implicación de artistas de la talla de
George Braque, Otto Dix, Pablo Gargallo, Pablo Picasso, Julius Bissier, Suzanne
Phocas, Yves Alix, Giorgio Morandi, Ludwing Mies van der Rohe y Albert Janesch,
entre otros.
Aunque, a juicio de
KennethSilver, Picasso fue el hombre clave en la extensión de este movimiento
de entreguerras. "Es muy posible que sin él, no se hubiera producido ese
renacimiento del clasicismo", aseguró, antes de añadir: "Los críticos
de este movimiento decían que no sabían dibujar, y Picasso dijo que iba a
dibujar mejor y más rápido que cualquiera".
Esta exposición ofrece
distintas visiones. Por ejemplo, muestra el impacto que causó la I Guerra
Mundial en artistas como el alemán Otto Dix, quien tras luchar en el frente
pintó una serie de grabados sobre la muerte y los horrores de la contienda.
También se observa un renovado interés de los artistas por el cuerpo a costa
del espíritu, según Silver. Un paradigma de ello es la pintura del alemán
Albert Janeschsobre deportes náuticos.
Curiosamente, el cuerpo de
formas perfectas captó el interés de artistas pegados a los movimientos políticos
de izquierdas y derechas. No obstante, esta exposición muestra también la
disparidad entre el arte de la izquierda y el de la derecha, al enfrentar en
una misma sala lienzos con hombres luchando en las fronteras (Barthel Gilles),
obreros cargando pesos (Leo Beuer) y agricultores (Ives Alix), con un busto de
Mussolini (Adolfo Wildt).
El
comisario explicó que a Mussolini "le encantaba la idea de Julio César,
pero su régimen tenía una estética mucho más liberal de lo que pudiera
pensarse. Los italianos de aquella época eran clasicistas, pero también
modernistas. Hitler, sin embargo, no lo toleraba".
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