LUZ GÓMEZ GARCÍA 26/02/2011
Bajo el título genérico de Gaza en
crisis, Noam Chomsky e Ilan Pappé reflexionan sobre las distintas formas de
violencia que, desde hace más de sesenta años, Israel emplea con los
palestinos. Sus voces, de las más autorizadas, poseen registros distintos: en
Chomsky, Israel/Palestina es un epítome de la visión imperial del capitalismo
estadounidense; para Pappé, historiador israelí, es materia de estudio y de
supervivencia moral. Según Chomsky, somos cándidos: siempre tendemos a
"infravalorar la eficacia de la violencia", lo útil que es para el
que la ejerce. Conforme a su análisis, el Estado de Israel se ha construido
apostando una y otra vez por el expansionismo y la colonización frente a la
seguridad. En los momentos decisivos (partición de 1947, guerra de 1967, invasión
del Líbano en 1982, masacres de Gaza de 2008-2009) la brutalidad ha sido la
estrategia israelí contra la "amenaza" de un acuerdo político. Los réditos
de esta violencia han sido múltiples: confiscación imparable de territorios,
limpieza étnica sostenida, política de hechos consumados, alienación de la
ciudadanía israelí, militarización de la vida pública. Incluso en el plano de
las relaciones internacionales Israel ha conseguido legalizar de facto su
ejecutoria, gracias al apoyo de Estados Unidos. El libro, que va alternando capítulos
de cada autor, no es precisamente monocorde. La apuesta ilusionada de Pappé por
un Estado único, multiconfesional y multiétnico, de resonancias binacionales,
que parta de la reparación histórica, moral y legal de la Nakba (la limpieza étnica
de Palestina de 1948), no casa con el escepticismo general de Chomsky. Para
Pappé, el problema no es sólo la negación de la Nakba histórica, sino su
continua actualización, hoy manifiesta en la guetización de Cisjordania y en la
mera idea del desplazamiento forzoso de los palestinos israelíes. Ante esta
situación, Pappé se transforma en activista que explica y defiende los
beneficios del boicot académico y económico a Israel. Chomsky, si acaso, confía
en Gaza, en su historia de resistencia agónica, para que no se produzca el
politicidio, el asesinato de Palestina como nación, que él, siguiendo al sociólogo
israelí Baruch Kimmerling, pronostica.
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