venres, 6 de novembro de 2009

Primeras noticias del exterminio


Galaxia Gutenberg publica las crónicas de Vasili Grossman, inéditas en castellano, sobre la Segunda Guerra Mundial en Rusia

PEIO H. RIAÑO - Público - 06/11/2009 07:00

Su uniforme acabó hecho trizas al año y pidió uno nuevo. Pateó el frente ruso desde el primer día de la guerra contra la Alemania nazi, en 1941 y hasta el final de la contienda mundial. No vivió la guerra desde la barrera y su necesidad de verdad le llevó a preguntar y relacionarse con los protagonistas civiles y militares, que sufrieron y lucharon durante esos años. Cuando el país es invadido, Vasili Grossman se convierte en corresponsal de guerra. Está en todos los combates, ante Moscú, en Stalingrado, en Ucrania, en Polonia y llega a Berlín en 1945. Sus crónicas y reflexiones son publicadas a partir del 5 de agosto de 1941 en Estrella Roja, el periódico del Ejército Rojo que también leía la población, y pronto llegan a la prensa internacional.

Este material reunido bajo el título de Años de guerra, que la editorial Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores pondrá en distribución la próxima semana por primera vez en castellano, supone el alma de su obra posterior. El autor de Vida y destino acumula en estos apuntes desde el frente la materia prima con la que más tarde criticará el totalitarismo nazi y soviético. Es en la escritura y testimonio de los desastres de la guerra cuando Grossman llega a la iluminación: ¿Por qué fue el único escritor soviético del que se sabe que sufrió una conversión radical, pasando de la sumisión a la rebelión? Como dice Tzvetan Todorov, "el escritor sufre una metamorfosis completa: muerte del esclavo y resurrección del hombre libre".

Grossman entiende después de su llegada al campo de exterminio de Treblinka que él pertenece a la población destinada a la aniquilación durante la guerra. Hitler es quien confirma a Grossman en su identidad judía, pero su conversión concierne a Stalin, no a Hitler: entendió que Hitler no fue mucho peor que Stalin y así lo dejó por escrito años más tarde en su obra cumbre. La revelación de los secretos del Gulag se hace posible gracias al Lager.

En Treblinka, acompaña a las primeras divisiones del ejército Rojo que descubren los vestigios del campo polaco. Durante días investiga, interroga a supervivientes y guardias encarcelados. Después publicará el primer relato conocido sobre los campos de exterminio, titulado El infierno de Treblinka, un texto que las autoridades soviéticas presentaron como prueba en los juicios de Núremberg e incluido en esta importante edición.

La voz de Grossman en este relato suena templada y cuidadosa. No está furioso, no está rabioso, no escribe desde el estómago, lo hace con cuidado, camina a paso lento por el horror y la organización de la tortura y los sistemas de encarcelamiento, por la descripción de los prisioneros y sus recuerdos, por el retrato de los asesinos que participaron salvajemente en la matanza de judíos y polacos. Según cuenta el historiador Antony Beevor en Un escritor en guerra: Vasili Grossman en el Ejército Rojo, 1941-1945 (Crítica), el procedimiento de nuestro autor se diferenciaba del de los periodistas al uso.

Un tipo de confianza

Grossman marchaba con las tropas, vestido como soldado, con toda la confianza del Ejército y sin prisa por escribir en el día. No tomaba notas en el momento en sus pequeños cuadernos de letra enjuta y menuda. Lo hacía más tarde, haciendo memoria de lo que le contaban y de lo que veía, de la experiencia y del sinfín de detalles relacionados con las personas en los que se fijaba. "Escuchaba y luego escribía en sus cuadernos", cuenta Beevor, lo que explicaría esa reflexión sin vehemencia en su exposición.

Aún así, el testimonio es el de alguien superado por la maldad: "El espíritu de economía, la exactitud, el cálculo, la pulcritud pedantesca son todos ellos rasgos plausibles que poseen muchos alemanes. Aplicados a la agricultura o a la industria, dan sus frutos. El hitlerismo aplicó estos rasgos al crimen contra la humanidad y las SS del Reich procedieron en el campo de concentración polaco exactamente como si se tratara del cultivo de coliflores o de patatas", escribe el autor ruso, que destacaba una y otra vez la afición alemana a la reglamentación y al esquema elaborado hasta los más insignificantes detalles. (...)

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