ANA NOVACDOMINGO - 18-04-2010Nací en 1929, en Transilvania (Rumanía). A los once años me desperté siendo de nacionalidad húngara, sin haber cambiado de lugar, de calle y ni tan siquiera de camisa. A los catorce me deportaron a Auschwitz porque era judía. Cuando volví, en 1945, era otra vez ciudadana rumana. Así que me cuesta mucho especificar cuál es mi nacionalidad, salvo la que figura en mis sucesivos carnés de identidad: judía.
La encontraron en uno de los barracones, dormida en su jergón. Con las manos detrás de la espalda, la enana empieza a dar vueltas alrededor de la desventurada, que, medio dormida aún, da también vueltas alrededor de ella. Por fin la polaca se detiene y hace una seña a Otto, un lagerkapo [ayudante del jefe del campo]. Y ahora es cuando se hace un completo silencio, como si miles de personas dejasen de respirar a un tiempo, y veo que la chica está perdida. Pero ella no se da cuenta. Mira a la contrahecha con algo que parece confianza, con cara de decir: pero si yo no tengo culpa de nada, sólo estaba durmiendo.
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