domingo, 18 de abril de 2010

Los gallegos unieron Buenos Aires



JOSÉ LUIS ESTÉVEZ - Buenos Aires
EL PAÍS - 13-04-2010

Unos hablan del tango, otros señalan al dulce de leche y hay quien proclama que el auténtico símbolo de Buenos Aires es el Obelisco, pero de lo que no hay duda es que la imagen de la ciudad está íntimamente ligada a los colectivos, el nombre que reciben en Argentina los autobuses urbanos. Autos que recorren durante las 24 horas del día los cientos de kilómetros que forman la red de carreteras de la capital porteña y la zona conocida como el Gran Buenos Aires. Como casi todo en Argentina, su historia está muy ligada a la de los emigrantes que arribaron a finales del siglo XIX y principios del XX para construir un país que se convertiría en uno de los más desarrollados del mundo.

En la historia del colectivo también aparece el nombre de otro gallego destacado, José María Montero, emigrante en Cuba, Nueva York, Buenos Aires y México, quien tuvo una vida azarosa en la que ejerció en diversas ocasiones como líder sindical y llegó a ser condenado a muerte en Argentina por su actividad en defensa de los trabajadores. Según la biografía de Montero que ha realizado el sindicalista e investigador vigués Lois Pérez Leira, él también fue uno de los primeros taxistas implicados en la creación del colectivo y fundó la línea que funcionaba entre Plaza de Mayo y Villa Devoto. Más tarde llegó a trabajar como controlador de horarios de la línea 1 y participó en la creación del primer sindicato de controladores que se creó en Argentina. Su actividad sindical le llevó a ser detenido y condenado a muerte durante la dictadura del general Uriburu, a principios de los años treinta. Finalmente, pudo evitar la pena capital pero fue enviado, junto a otros dos anarquistas gallegos, al penal de Tierra de Fuego, donde pasó tres años antes de ser expulsado del país.

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