YOLANDA MONGE - Washington
El presidente Barack Obama ha emitido un comunicado en el que definía a Dorothy Height como "la madrina del Movimiento de Derechos Civiles y una heroína para muchos americanos". Height fue una de las mujeres que posiblemente más influyó en las altas esferas del mundo de los derechos civiles y sin embargo siempre ocupó un segundo plano dejando la notoriedad y celebridad a otros líderes de la época. Pero el obituario de la señora Height se lee y escucha hoy en todos los medios de comunicación de Estados Unidos.
Dorothy Height ha fallecido esta madrugada en el Hospital Howard de Washington. Tenía 98 años y dedicó su vida a la defensa de la igualdad de todos los seres humanos. Sus comienzos se remontan a la década de los años treinta y la lucha a favor de la igualdad entre hombres y mujeres, fueran del color que fuesen. Pero inevitablemente su país le ofrecería otro reto: poner fin a la segregación racial que en Estados Unidos establecía por ley la división de blancos y negros. Un negro no podía beber en la misma fuente que un blanco. Un negro no podía ocupar determinados asientos de los autobuses. La discriminación racial dibujaba una frontera invisible entre ambas razas que dejaba de un lado a los afroamericanos, quienes vivían en los lugares más pobres de las ciudades y desempeñaban las labores más bajas del escalafón social.
Durante cuatro décadas presidió el National Council of Negro Women (Consejo Nacional de Mujeres Negras), grupo con más de cuatro millones de miembros que fue creado en 1935. Si en los años treinta participó en las protestas que tomaron las calles del neoyorquino Harlem, en la década de los cuarenta logró que la entonces primera dama Eleanor Roosevelt se sumara a su casa y en la de los cincuenta que Dwight Eisenhower acabara con la segregación en las escuelas. Junto a Martin Luther King, John Lewis y otros destacados líderes negros diseñó el mapa que acabaría con las leyes discriminatorias en EE UU.
Height escuchó en las escaleras del monumeto a Lincoln en Washington el célebre discurso I have a dream (Tengo un sueño) que inspiró a generaciones. Estaba sentada a muy pocos metros del malogrado líder. Sin embargo, como la luchadora por la igualdad de género que era, Height admitió años más tarde haberse sentido decepcionada porque ninguna mujer hablara ese día en favor de los derechos de las mujeres.
En 1963 asistía invitada por el presidente John F. Kennedy a la firma de la ley que ponía punto y final a las leyes de segregación. En 1994, Bill Clinton le concedía la Medalla Presidencial de la Libertad, el mayor honor nacional. En 2004, recibió la Medalla de Oro del Congreso. Pero quizá el reconocimiento más simbólico le llegó en 1980 del Barnard College -uno de los colegios de la Universidad de Columbia-. Ese mismo centro no la admitió en su momento porque ya se habían matriculado los dos negros que admitían cada año. Así era el EE UU de la segregación.
Dorothy Height nunca se casó. Sólo una hermana le sobrevive, Anthanette Height Aldridge. Su trabajo siempre lo hizo de una forma discreta, sin buscar protagonismo. Y sin embargo, era considerada como "el lazo" que mantenía unida a la familia de líderes de la lucha de los derechos civiles. "Height dedicó su vida a aquellos que luchaban por lograr la igualdad y fue la única mujer que ocupó un puesto de relevancia dentro del Movimiento de Derechos Civiles, lo que hizo que fuera testigo de cada hito logrado en el camino", ha manifestado el primer presidente negro de Estados Unidos.
Height solía decir, citando al abolicionista del siglo XIX Frederick Douglass, que sólo había tres maneras efectivas de luchar por la justicia: "agitar, agitar, agitar". "Si Rosa Parks era la madre del movimiento por los derechos civiles", dijo una vez la activista DeLores Tucker, "Dorothy Height es la reina".
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