mércores, 28 de abril de 2010

Sexo, drogas y micrófonos ocultos



DIEGO A. MANRIQUE - Madrid
EL PAÍS - Cultura - 25-04-2010

Parecen delirios alucinógenos de James Ellroy pero responden a una realidad documentada: el FBI y otras ramas del Gobierno estadounidense investigaron a intérpretes de rock, folk o pop. Lo explica el historiador italiano Mimmo Franzinelli en su reciente libro Rock & servizi segreti.

La obsesión de Hoover por la música popular tenía cierta lógica. Databa de los años treinta: como Hollywood, los círculos del folk estaban penetrados por bolcheviques de nuevo cuño. El Partido Comunista de EE UU seguía perrunamente las consignas de Stalin, convirtiéndose en objetivo legítimo para el FBI aun antes de la guerra fría. Dado que las directrices de Moscú priorizaban la concienciación de la minoría negra, el PC reivindicó la música afroamericana. Los legendarios conciertos From spirituals to swing, celebrados en 1938 y 1939, fueron organizados por New Masses, la revista cultural del PC. Daba la cara John Hammond, productor discográfico que fungía como compañero de viaje: difundió la falacia de que Bessie Smith murió al no ser atendida en un hospital para blancos de Misisipi.

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