Ourense tuvo una taberna como un sagrario. Un bar de vinos, auténtico cenobio de la intelectualidad y el arte. O'Volter, el "bar do Tucho" (Antonio Fontenla, su dueño), fue desde los sesenta y hasta mediados los ochenta la máxima expresión de unaAtenas de Galicia que claudicó de sí misma acosada por la desmemoria colectiva y por la desidia institucional. Su desaparición marcó el fin de una época de compromiso cultural, de aquel "Ourense perdurable" que duró lo que tardó en extinguirse la Xeración Nós.
Dos décadas después de que en 1985 las máquinas tumbaran sin contemplaciones las artísticas paredes de O'Volter con todos sus históricos murales, obra de los "artistiñas" ourensanos, los supervivientes de aquella resistencia apoyada en las tertulias dirigidas por Risco acaban de rendirle tributo al bar y al cicerone, espoleados por las fundaciones Carlos Casares y Vicente Risco y el Pen Clube.
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