Comparación de la estatua original (izquierda) y la estatua después de la restauración
El Primer Ministro de la República italiana, Silvio Berlusconi, es de nuevo noticia. A Il Cavaliere se
le ocurrió preguntarle un día a su arquitecto: "¿Por qué las esculturas
en China parecen todas nuevas y a las nuestras les faltan brazos y
cabezas?" Esta duda fue la razón por la que tomó la decisión que tomó: restaurar la estatua de Venus y Marte descubierta
en Ostia, -en los aledaños de la ciudad de Roma-, en el siglo II. Una
decisión que ha sorprendido tanto a los italianos como a los amantes del
arte. Y más que sorprenderles, les ha ofendido.
Berlusconi ha decidido recolocar el pene que le faltaba al dios de la guerra y las manos a la diosa del amor.
Estas estatuas de mármol blanco, con más de dos metros de alto, ya
fueron objeto de polémica cuando se sacaron del prestigioso museo romano
para decorar el patio del Palazzo Chigi, la residencia oficial de
Berlusconi.
Este traslado de principios de año indignó
especialmente por tratarse de un desplazamiento inusual, sobre todo si
se tiene en cuenta que Italia se caracteriza por ser uno de los países que más defiende y protege su patrimonio histórico arqueológico, con importantes leyes modelo para el resto de países -que esta vez no se han respetado-, y con prestigiosos restauradores.
La restauración -que ha costado 70.000 euros- ha llegado justo tras el derrumbe de una de los monumentos turísticos más relevantes de la república italiana, la Casa de los Gladiadores -en Pompeya- y en una época de recortes de casi el 50% de los fondos del ministerio de Cultura para el 2011.
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