venres, 31 de decembro de 2010

El otro 11 de septiembre

Ken Loach y el chileno Vladimir Vega ponen en paralelo dos 11-S muy distintos en '11'09"01', documental de 11 directores

WALTER OPPENHEIMER - Londres - 17/12/2010
Barba de dos días, aspecto cansado tras un largo viaje, Vladimir Vega acaba de llegar de Chile cuando recibe a este diario en su modesta pero acogedora vivienda de Elephant and Castle, barrio popular del sur de Londres. No hace ni un cuarto de hora que ha logrado llegar a casa, superando la tortura de la huelga de metro con que le recibió la capital británica.
Difícilmente hablará mal de una huelga: por sus venas solo corre sangre obrera, como delata su nombre, homenaje paterno al camarada Lenin. Y sabe en carne propia lo que es la tortura. El martes 11 de septiembre de 1973, nada más producirse el golpe de Estado del general Pinochet que derrocó a Salvador Allende, Vladimir fue detenido. Tenía 20 años. Le pegaron un tiro en la rodilla al arrestarle. Le torturaron durante días. Pasó cinco años en la cárcel. Al salir, los laboristas británicos le acogieron en Reino Unido.
La historia de este hombre que puso Pablo a su hijo porque ese era su nombre de guerra, en homenaje al poeta Neruda, es una de las 11 que se insertan en 11'09"01, el documental en el que 11 directores de cine de todo el mundo ofrecen su visión sobre el 11-S. Ken Loach, el gran cineasta de la izquierda británica, no quiso limitarse al 11-S americano y aprovechó la dramática coincidencia de fechas, martes 11 de septiembre, para fundir los atentados del 2001 con el sangriento golpe de Pinochet y la CIA en 1973.
Loach y Vega habían trabajado juntos en Ladybird, ladybird (1994). Cuando a Loach le propusieron en 2002 participar en el documental sobre el 11-S, sabía que Vladimir estaba escribiendo sobre sus vivencias políticas. En el documental, inevitablemente sintético, les explica a los norteamericanos en forma de carta su sufrimiento en los días del golpe y el papel de Estados Unidos en una operación que acabó con la libertad y la democracia en Chile. Es un reproche amargo. Son las palabras de un hombre marcado, que no busca venganza, con la convicción de que los norteamericanos necesitan reflexionar sobre sus papeles en la historia: víctimas en 2001, verdugos en 1973.
La carta acaba con una emotiva despedida: "San Agustín dijo que la esperanza tiene dos hijas muy hermosas, Ira y Valentía. Ira por la rabia de que las cosas son como son. Y Valentía para cambiarlas. Madres, padres y seres queridos de aquellos que murieron en Nueva York, pronto será el 29º aniversario de nuestro martes 11 de septiembre y el primero del vuestro. Os vamos a recordar. Espero que vosotros nos recordéis también a nosotros".
"Cuando finalizó el documental fue como si todo lo que yo había hecho así como artístico se viniera abajo un poco. Mi subconsciente me llevaba a hacer cosas para decir 'Miren, esto es lo que pasó en mi país' con canciones como El desaparecido y otras. Y llega la película, se termina y me viene una calma como si me hubiera sacado un gran peso de encima. Sin yo saberlo había estado enfocando toda mi vida a decirle al mundo: esto me pasó a mí, a Chile. Y ese peso ya no está ahí", recuerda con melancolía.
En sus más de 30 años en Londres, Vladimir trabajó limpiando, sirviendo mesas..., pero nunca renunció al arte, a la música, a cantar. Siempre con la lucha obrera en el corazón. El arte le ha servido para espantar a los demonios. "Después de acabar el documental no hice mucho, me senté con una cuchilla e hice esto", explica.
Esto es una escultura en miniatura tallada en lo que fue la pata de un viejo sillón. Esa escultura "es Chile", susurra. "La cara de la madre patria; obviamente, triste. Brazos de gente muerta. Un hombre gritando. Y esto es la bandera de EE UU, que se transforma en una púa que traspasa la cara del hombre: eso representa la tortura de EE UU. Aquí hay un pedazo de pie. Un cráneo roto: te metían 30 balazos en la cabeza. Fue brutal lo que hicieron. Esto es una guitarra rota, que representa la muerte de Víctor Jara con la paloma de la paz que tanto quería para Chile. Y esto es el indio Mapuche".
Los ojos de Vega delatan tristeza. Quizás por el repentino esfuerzo de evocar aquellos días. O por la añoranza del que vuelve a Londres después de cuatro semanas en Chile. O porque siente que, aunque Pinochet está muerto, consiguió matar quizás para siempre el movimiento popular que encumbró a Allende: "La gente prefiere olvidarse de todo aquello, me da mucha rabia".

La película

- El número 11 se confirma como mágico en este documental que, filmado para su estreno en el primer aniversario del 11-S, recoge los 11 puntos de vista de 11 realizadores -de Bosnia-Herzegovina, Burkina Faso, Egipto, Estados Unidos, Francia, India, Israel, Japón, México y Reino Unido- con 11 historias que se refieren o rodean aquellos atentados que cambiaron el mundo.

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