Una exposición hace un recorrido histórico por las campañas
electorales de México, desde principios del siglo XX al 2000
LUIS PRADOS México DF 2 MAR 2012 - 06:31 CET
“El candidato de los revolucionarios” (Plutarco Elías Calles, presidente
entre 1924 y 1928); “México para los mexicanos” (Lázaro Cárdenas, 1934-1940);
“No hay más bandera que la patria” (Gustavo Díaz Ordaz 1964-1970), “Arriba y
Adelante” (Luis Echeverría 1970-1976); “Que hable México” (Carlos Salinas de
Gortari, 1988-1994)… Recorrer la exposición De Porfirio Díaz
a Vicente Fox: propaganda electoral en México en el siglo XX,
inaugurada en la tarde del jueves en el Museo del Objeto del Objeto (MODO) del DF, es pisar las huellas de la
historia política de este país, a través de más de 2.000 objetos pertenecientes
a más de 50 partidos políticos, y recordar cuánto de cinismo y esperanza, de
prosperidad y frustración engendraron aquellos hombres.
“Hay algo de absurdo”, comenta con humor Juan Manuel Aurrecoechea,
comisario de la exposición, en la parafernalia de la gran mayoría de las 21
elecciones presidenciales que recoge la muestra. “Los candidatos no tenían
necesidad de hacer campaña pero estaban todo el tiempo en campaña como el
propio Porfirio Díaz (presidente por primera vez entre 1877 y 1880 y luego sin
interrupción entre 1884 y 1910) o los elegidos durante el priísmo, cuya campaña
consistía únicamente en promocionarle y darle a conocer por el país porque el
resultado ya se sabía”.
Pero la exposición es más que eso. Es también una colección única de la
cultura política mexicana, de la comunicación electoral y del diseño
concebido para incitar a los ciudadanos a votar. Cajas de cerillas,
llaveros, estampas, gorras, bolígrafos, chapas, mecheros, ceniceros, relojes,
bonos de ayuda de cooperativas y gremios, manifiestos, programas, fotos,
pancartas, refrescos, discos, cigarrillos testimonian a lo largo de cien años
la evolución de las promesas políticas y de la publicidad electoral desde
Francisco Madero hasta Vicente Fox pasando por sinarquistas y comunistas en
comicios que fueron pacíficos y sangrientos.
Para el comisario de la exposición, el momento más brillante desde el punto
de vista artístico se produce en las décadas de los 30 y los 40 cuando es
notable la influencia del art decó, el realismo socialista y el lenguaje gráfico
del fascismo como ilustra un magnífico cartel a color de Manuel Ávila Camacho
(1940-1946) un presidente conciliador y de tendencias moderadas que regresó a
los militares a los cuarteles, cuya imagen aparece subrayada como el “candidato
fundido en los altos hornos de la Revolución Mexicana”.
Años después el arte de la propaganda política entra en un periodo de
estancamiento creativo, de mensajes reiterativos y casi intercambiables entre
las diferentes ofertas políticas, lo que suscita una reflexión crítica sobre la
vaciedad de la política contemporánea y desde luego no solo en México.
Aurrecoechea explica que a partir de una colección de
objetos reunida en 40 años de forma asistemática no quiso construir un discurso
y luego juntar las piezas que le dieran coherencia. “Quise dejar que los
objetos hablaran y que la muestra fuera representativa de todas las tendencias
políticas”. Sin duda lo ha logrado, invitando a un oportuno paseo por la
memoria política de México en pleno año electoral.
Ningún comentario:
Publicar un comentario