Recuperadas veinte maquetas, algunas inéditas, del grupo
vigués
IAGO MARTÍNEZ
A Coruña 6 MAR 2012 - 22:13 CET
Hasta el final y más allá... Demos 1983-1993
se sirve en tres envases a elegir: incontables copias digitales, mil ejemplares
de un convencional CD y 500 estuches con dos vinilos de diez pulgadas cada uno
en un color chicle tan intenso que se podría masticar. Lo acaba de publicar el
sello madrileño Elefant Records y recupera veinte canciones del desván de
Aerolíneas Federales. Algunas evidencian lo que estuvieron a punto de ser los
vigueses y luego no fueron, básicamente porque no les dio la gana. Otras
recuerdan lo que podrían haber sido de no haberse disuelto entonces, con un
disco a punto de romper el huevo. En conjunto, eso sí, constatan el lugar que
varias generaciones les han reservado en su mp3 sentimental y anticipan lo que
va a pasar el 14 de abril en la sala Ocho y Medio de Madrid, fecha de su
regreso a los escenarios españoles.
No hay excusa, en realidad. Quien haya querido intentarlo en la última
década, ha podido hacerse una idea bastante aproximada de cómo iba a sonar el
sexto disco de Aerolíneas Federales allá por 1993. Aunque no llegó a
publicarse, los vigueses reciclaron cuatro canciones, tradujeron las letras al
gallego y las sumaron a la dote del popular Xabarín Club de TVG unos años más
tarde. Elefant las recupera ahora en su versión original (No todo es lo que
parece, ¡Oh qué calor!, Quiero jamón y No tengo dinero)
junto a otros cuatro cortes extraídos de aquella grabación para el sello DRO: No
me robes el corazón, El atracador, Todo va a cambiar y una versión
de sus adorados The Revillos en la que Motorbike Beat se convierte en la
divertida Locas por ti. Son maquetas, pero suenan impecables.
Servando Carballar, el capo de DRO en la época y cerebro de Servando
Caballar, se había dejado seducir por el grupo diez años antes gracias a una
maqueta registrada en la Universidad Popular de Vigo en 1984, uno de los
lugares clave en la cartografía de la presunta y hoy publicitada movida
viguesa. Esa demo se publica ahora íntegra, y ahí están Trou de memoire,
la versión de Lio que luego incluirían —regrabada— como cara B del sencillo ¡Oh
qué pena me das! (1987); los primeros bocetos de Soy fea, Sólo
quiero divertirme y Ahora soy feliz, tres de los cortes del que
sería su álbum de debut, Aerolíneas Federales (1986); y dos canciones
inéditas hasta la fecha, Vete al carajo y Yo no tengo amigos. El
juego de las diferencias siempre resulta entretenido. Así se ha escrito la historia
del pop.
Durante aquellas sesiones, a bordo de Aerolíneas Federales volaban ya
Miguel Costas —que compaginaba el proyecto con su banda original, Siniestro
Total—, Silvino Díaz, Luis Santamarina, Coral Alonso y Rosa Costas, la
formación más duradera de la banda. No siempre había sido así ni lo sería hasta
el final. El grupo lo habían perpetrado dos años antes los dos primeros con
Juan Dotras. Flechy, como se hacía llamar Dotras, cambiaría la caja de ritmos
por el micrófono tras la entrada de Santamarina en la batería un año más tarde.
Poco después abandonaría definitivamente. La incorporación de las aerolinettes,
Coral y Rosa, no solo obligaba a repartir mejor los asientos en la furgoneta.
Modificaba también la trayectoria musical del vuelo.
Tras su cuarto disco, y antes de enfangarse en la ingrata aventura de
publicar con una multinacional, Coral Alonso también lo dejó. La sustituyó
Silvia Superstar García para la que iba a ser, hasta ahora, la última etapa del
grupo, a la que pertenecen los temas del primer vinilo. El material que
completa la edición va mucho más atrás, hasta la prehistoria de los vigueses.
Procede de dos maquetas que conservaban Miguel Costas y el periodista y
biógrafo de Siniestro Total Jesús Ordovás. De una se incluye el tema que los
bautizó y una ocurrencia temprana (El aeroplano). De la otra, un inédito
que solía caer en directo (La isla) y los borradores de tres clásicos
que han sobrevivido todo este tiempo en un rudimentario casete grabado en
directo: No me beses en los labios, No sé ligar y Soy una punk.
El recopilatorio de Elefant está dedicado a dos personas
que ya no están. Uno es Leonardo del Castillo, alias Leo Bacteria, el fan
peruano que impulsó un disco de versiones en su país —Alegra la cara, se
titulaba— y los animó luego a bucear hasta el fondo del desván y regresar al
directo, primero en Lima y ahora también en España. El otro es el propio
Flechy, el único miembro de la banda que no suena —por desgracia, aclaran sus
excompañeros de fatigas en el libreto— en los dos vinilos de color chicle. Fue
una silueta imprescindible del pop rock en Galicia, tanto en Aerolíneas
Federales como luego en Las Termitas, hasta su fallecimiento en 2002. Y más
allá.
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