Artistas folk celebran hoy el 25º aniversario del bar
compostelano A Casa das Crechas
ALFONSO PATO
Santiago de Compostela 13 MAR 2012 - 20:24 CET
Foliada con Manuel Amigo e músicos de Berrogüetto |
A Casa das Crechas funciona como negocio de hostelería desde el siglo XIX,
y toma su nombre de dos hermanas muy populares en Compostela, “que eran algo
crechas, retorcidas de carácter, y ese es el espírutu del bar, ser un poco
revirados culturalmente”, bromea Belho. Procedente del asociacionismo y la
militancia política, Belho montó con sus socios un bar con filosofía artística,
“buscando transformar las cosas, programando libremente y agitando la escena
creativa”. Desde su nacimiento, fue origen de muchas actividades: uno de los
primeros lugares de Compostela que empezó a poner las ahora típicas monedas en
las paredes “porque un cliente nos regaló una colección de monedas del mundo”,
programador de exposiciones o templo de la música en directo. “La historia del
folk gallego no se entendería sin As Crechas, local pionero en encuentros de
músicos al estilo de las tabernas irlandesas", afirma la cantante Uxía,
que esta noche también participará en la fiesta aniversario.
Las foliadas de los miércoles, de las que ha nacido incluso un grupo, A
Banda das Crechas, se han convertido en una gran fiesta semanal. “Es un
referente único, donde se acoge a los músicos que llegan de fuera”, afirma Quim
Farinha, músico de la banda y miembro de Berrogüetto, otra formación muy ligada
al local. No podrán estar esta noche porque andan de gira en Italia. “Nuestra
aportación fue incorporar la música en directo y promover una escena propia
que, a principios de los noventa, emergía. Entonces no había nada en Galicia y
todo se estaba inventando”, rememora Vítor Belho. A lo largo de 25 años de
vida, en As Crechas han tocado y cantado desde los músicos más relevantes de
Galicia hasta grupos de talla internacional como Capercaille, Shooglenifty, La
Boutine Sorriante o Patrick Molard, que actuaban en el desaparecido festival
folk Cidade Vella y después seguían en el local.
Cualquier músico que pase por As Crechas acaba integrándose en la filosofía
del bar. Hace unos meses, el cantautor Jorge Drexler visitó el local y
rápidamente se fue a buscar su guitarra para actuar en un escenario que ha
generado fructíferos encuentros creativos. “Aquí se descubrieron e impulsaron
músicas y grupos que ahora funcionan como patrimonio popular, como canciones de
Leilía que escuché aquí por primera vez, pero precisaban de un lugar para
testarse, para ponerlas frente a ese público ávido de descubrir”, dice Uxía.
“Este es un local multicultural, que busca siempre una transformación que parte
de la reivindicación de lo propio para conectarlo con diversas realidades del
mundo”, especifica Belho, que aporta datos sobre sus clientes: “El 40% de la
gente que nos visita procede de otros países, México, Japón o Estados Unidos, y
cada noche es como un viaje”. Respondiendo a su perfil inquieto, Belho prepara
nuevos retos que partirán desde el edificio de tres plantas que alberga As
Crechas. “Prentendemos que en el edificio se vayan instalando diversas empresas
y asociaciones vinculadas a ámbitos creativos. Convertir el espacio en un área
de expansión de cultura a través de la colaboración compartida”, avanza.
La célebre ventana a la calle de A casa das Crechas, el
último bar del Camino, espera seguir abierta para ser salida y entrada de los
sueños de los viajeros. Esta noche conectarán con clientes de todo el mundo,
las visitas de 25 años que han quedado como amigos. “No nos recrearemos en el
pasado, sino que nos proyectamos al futuro”, advierte Vítor Belho. Fiel al
espíritu de las dos crechas que dieron nombre al local, Belho aspira a ser
también un “activista retorcido”. Con la ventana abierta durante muchos años.
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