La escritora Almudena Grandes rescata la historia de un luchador
antifranquista de la Sierra Sur de Jaén en su última novela, 'El lector de
Julio Verne'
PAULA CORROTO ALCALÁ LA REAL (JAÉN) 06/03/2012
Un manto de
olivos cubre toda la Sierra Sur de Jaén. Paraje fronterizo, a sólo 50 kilómetros
de Granada, pespunteado por pueblos blancos como Alcalá La Real, Fuensanta de
Martos y Valdepeñas de Jaén. En este lugar, verdiblanco, y de mucho frío en
invierno, hace 65 años se suicidó Tomás Villén Roldán, ‘Cencerro', legendario
guerrillero antifranquista, luchador incansable cuya historia quedó sombreada
durante decenios "por miedo" a las represalias, según relató hoy su
nieta Esther Estremera.
En las
décadas siguientes a su muerte, "en la época en la que no se podía hablar
del abuelo", su esposa, que llegó a pasar nueve años y medio en la cárcel
por afirmar que esperaba un hijo de él, sus hijas y nietas, sólo recordaron
"la rabia y el terror" de último paseo del cadáver por las calles de
Valdepeñas aquel 18 de julio de 1947, cómo tuvieron que lavarle las heridas y,
finalmente, casi a escondidas, darle sepultura en el cementerio del municipio
de Castillo de Locobín.
La escritora
Almudena Grandes
(Madrid, 1960) ha resucitado ahora a este guerrillero en su último libro, El
lector de Julio Verne. La guerrilla de Cencerro y el trienio del terror, Jaén,
Sierra Sur, 1947-1949 (Tusquets), segunda novela de los Episodios de una
Guerra interminable que comenzó en 2010
con Inés y la alegría, en la que relataba la rebelión contra
Franco de un grupo comunista en el Valle de Arán en 1944.
Con una
mezcla de "aventura", educación sentimental y "terror", Grandes
se sumerge esta vez en la guerrilla antifranquista del sur de España,
"una gran desconocida, puesto que la guerrilla se suele vincular al norte,
pero lo cierto es que no hubo una población tan activa contra el régimen como
la que se desarrolló en la sierra sur de Jaén", afirmó hoy la escritora,
quien también insistió en que esta es su primera novela que no transcurre
"en ningún episodio" en Madrid.
Con una tirada
de 150.000 ejemplares, El lector de Julio Verne es una de las
grandes apuestas de la editorial para esta temporada. Apabullante fue también
esta mañana el despliegue mediático para la presentación del libro en la
localidad de Alcalá La Real, donde, además de periodistas, participaron las
autoridades de la zona y libreros. También acompañó a la autora Cristino Pérez
Meléndez, catedrático y amigo personal de la escritora, que fue quien le inspiró
el personaje del niño Nino, el chaval hijo de guardia civil, que vive en una
Casa Cuartel y que hila todo el relato.
"Fue
Cristino, hijo de Guardia Civil, quien me contó durante un viaje a Marruecos la
historia de unos billetes firmados en los que se podía leer: 'Así paga
Cencerro'. Eso ocurrió en su pueblo y aquello me impresionó porque era un
guerrillero legendario de verdad. Esta es una crónica de la época más
terrible en tiempos de paz de la historia de España. Es el trienio del
terror, cuando Franco decidió acabar con la guerrilla", resaltó Grandes.
Cultura como
salvación
En esta
novela, que abarca poco más de 400 páginas, la escritora incide, a través de la
voz de Nino/Cristino, en dos aspectos: el terror que también pudieron a llegar
a sentir los represores y la idea de la cultura como salvación. Para Grandes,
notable cronista de la intrahistoria, de la cotidianidad que esconde el gran
acontecimiento, "los personajes malvados también tienen que tener luces.
El mal está a veces soportado por personas que no lo reflejan. Y es lo que
ocurre en esa Casa Cuartel. En esta historia quería profundizar en el interior
de los represores, que también sintieron miedo y humillación".
La metáfora
de una especie de Biblioteca de Alejandría que Nino encuentra en la casa de una
maestra represaliada es el otro pilar de esta novela. No es casual que Grandes
cite a Julio Verne, "uno de los escritores que leí en mi infancia".
Para Nino, estas novelas de aventuras (más las de Benito Pérez Galdós) le abren
un mundo fascinante y muy diferente al horror de cada día, a los gritos de los
interrogatorios por los que incluso tiene que mentir a su hermana diciéndole
que se trata de ruidos de la radio. "Todas las novelas hablan de amor,
aunque no cuenten historias de amor, y tienen la capacidad de desviarte del
modelo que tenías asignado desde pequeño", destacó la escritora.
Mientras
Grandes hilvanaba su relato esta mañana, a su lado permanecía muda Esther
Estremera, la nieta del guerrillero Cencerro. Cuando habló lo hizo con un
cierto temblor en la voz. Era la emoción por recordar al abuelo del que durante
tantos años jamás se pudo decir nada, a pesar de que su hija, la madre de
Esther, "siempre nos transmitió el orgullo de tener un padre luchador. No
era una bandolero, ni asaltaba a la gente, sino que defendió la República y
la libertad", apuntó vehemente su nieta. Ella tampoco quiso olvidarse
de todas aquellas personas que aún siguen buscando a sus familiares
represaliados durante la Guerra Civil y el franquismo: "Nosotros nos
sentimos privilegiados porque sabemos dónde está mi abuelo, pero hay que
entender y apoyar a todas esas personas que aún siguen buscándolos".
Y
tranquila, pero con el nerviosismo del recuerdo, remató sus palabras con un
guiño cariñoso al juez Baltasar Garzón: "Le conocí y me dijo que
siempre siguiéramos luchando. Y es lo que vamos a hacer, seguir". 65
después Cencerro ya tiene su lugar en la historia.
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