ANA CARBAJOSA - Sika
Faltan cuatro horas para que amanezca en Sika, una aldea palestina al sur de Hebrón, pero buena parte de sus habitantes ya están en pie. Se preparan para una larga jornada de trabajo en la construcción de los asentamientos israelíes. Como cada día, cruzarán media Cisjordania, esperarán largas colas en los checkpoints y, si todo va bien, cuatro o cinco horas más tarde llegarán al tajo. Allí, ladrillo a ladrillo, torpedearán las aspiraciones palestinas de tener algún día un Estado. No tienen muchas otras opciones estos obreros. El desigual crecimiento de la economía palestina no da para ofrecerles un empleo medianamente bien pagado. Ni a ellos, ni al resto de los 25.000 palestinos que trabajan en los asentamientos.
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