venres, 14 de maio de 2010

Cárcel por trabajar en una colonia



ANA CARBAJOSA - Sika
EL PAÍS - Internacional - 10-05-2010

Faltan cuatro horas para que amanezca en Sika, una aldea palestina al sur de Hebrón, pero buena parte de sus habitantes ya están en pie. Se preparan para una larga jornada de trabajo en la construcción de los asentamientos israelíes. Como cada día, cruzarán media Cisjordania, esperarán largas colas en los checkpoints y, si todo va bien, cuatro o cinco horas más tarde llegarán al tajo. Allí, ladrillo a ladrillo, torpedearán las aspiraciones palestinas de tener algún día un Estado. No tienen muchas otras opciones estos obreros. El desigual crecimiento de la economía palestina no da para ofrecerles un empleo medianamente bien pagado. Ni a ellos, ni al resto de los 25.000 palestinos que trabajan en los asentamientos.

Ahmad, el trabajador de Sika, dice que entiende que su Gobierno pretenda presionar a Israel con vistas a la creación de un Estado palestino en el futuro. El problema es que lo que a él le preocupa es el presente. Y de momento es consciente de que es uno de los afortunados que dispone de un permiso de trabajo legal para trabajar en Israel. No obstante, a veces añora su pasado de trabajador clandestino, de carreras y saltos de valla en medio de la noche. Lo añora porque sus días de trabajador legal son a menudo incluso más duros. Ahora se levanta cada día a las tres de la mañana para llegar a tiempo al cuello de botella que se forma en el checkpoint de Belén. Allí, al alba, cientos de trabajadores se hacinan en los corredores cercados. Duermen primero unas horas sobre cartones en el suelo, hasta que se acerca la hora del trabajo y empieza a cundir el nerviosismo. Se empujan, se aplastan, se pelean, gritan. Casi todo, con tal de no perder un puesto en la cola que les permita llegar a tiempo al andamio. Hay más oferta que demanda y saben que unos trabajadores son fácilmente reemplazables por otros.

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