Con Kim Il-sung, el fallecido y salvaje dictador norcoreano, nunca hubo demasiado margen para el aroma de las flores. De esa opinión son los detractores de la exposición Flores para Kim Il-sung: Arte y arquitectura de la República Democrática Popular de Corea, que se exhibe en Viena hasta el próximo 5 de septiembre. La exposición ha levantado ampollas en la ciudad. Se acusa a sus organizadores (el museo MAK) de prestar un servicio de propaganda a una de las dictaduras más herméticas del planeta.
La oposición llegó, ya antes de la inaguruación, de los diarios austriacos, así como de organizaciones políticas como el Partido Liberal Austriaco (FPÖ, populista de derechas, con elementos de la derecha radical). La cosa ha tomado tal relevancia que el Ministerio de Finanzas de Austria se ha negado a aportar los seis millones de euros del seguro de las obras prestadas.
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