El fotógrafo de guerra Ivo Saglietti expone en 'Paisaje en la niebla' imágenes de los conflictos que cubrió como reportero
JORGE G. GARCÍA MADRID 12/06/2010
Una de las características que comparten la masacre de Sabra y Chatila, el genocidio perpetrado por los nacionalistas serbios en Kosovo y la ocupación israelí de Palestina es la demostración de la vileza del ser humano. Sin embargo, otro nexo de unión de estos hechos históricos y que pasa desapercibido es que fueron fotografiados por el mismo reportero gráfico: Ivo Saglietti (Toulon, Francia, 1948), premiado con el World Press Photo en 1992 y en 1999.
La galería madrileña EFTI presenta la exposición Paisaje en la niebla, que parte del trabajo realizado durante años por el fotógrafo francés. La muestra, abierta hasta el próximo 31 de junio, reúne 50 instantáneas en blanco y negro y tiene la intención, en palabras de su autor, de "ofrecer una visión y reflexión sobre lo que pasa en el Mediterráneo". Saglietti lleva casi 30 años recorriendo los grandes conflictos armados.
"Si lo de la flotilla hubiera pasado en Irán, lo hubiéramos bombardeado"
Tan identificado se siente con esta región que hasta su rutina de trabajo, como él reconoce, está influenciada por este mar:
"Mi manera de trabajar siempre ha sido lenta, mediterránea. Iba, estaba un tiempo, conocía a las personas y me ganaba su confianza. Eso de llegar y hacer las fotos no va conmigo".
Ivo Saglietti se expresa en un perfecto castellano y siempre se toma unos segundos para encontrar la palabra exacta. Cree que un fotógrafo tiene que estar ligado al tiempo en el que vive. Él predica con el ejemplo y, al hablar de Palestina, una tierra que le encanta, poco tarda en opinar sobre el ataque israelí a la flotilla humanitaria que se dirigía hacia Gaza. "Si una cosa como esta hubiera pasado en un país como Irán, ¿qué habría ocurrido? Seguro que hubiéramos bombardeado Teherán. Israel no ha respetado ni una resolución de las Naciones Unidas en toda su historia", sentencia el fotógrafo.
Uno de los valores más importantes que Saglietti atribuye a la fotografía es su capacidad para construir la memoria histórica. El ejemplo que pone es nítido: las imágenes de los campos nazis de concentración y de exterminio. No obstante, para dejar constancia histórica de la barbarie humana, no es necesario sobrepasar unos límites. "Una foto requiere humanidad, nunca puede quitar la dignidad a las personas. Esto no significa que no haya que mostrar a las personas indignas. Si uno es un torturador, así es como hay que captarlo", subraya.
"Una imagen nunca puede quitar la dignidad"
Uno de los problemas de la fotografía es la inmediatez. Para Saglietti, las imágenes tienen que ser como el vino: hay que dejarlas reposar para saborear la esencia.
"La fotografía digital es un límite dentro de la propia fotografía. Una foto necesita tiempo, no es necesario verla al instante", afirma.
Propias reglas
Su experiencia le ha permitido crear su propia regla para determinar qué imagen vale la pena: la de Cracovia (Polonia), porque fue el primer lugar donde la empleó. ¿En qué consiste? En que la foto buena no va a cambiar el mundo, pero la mala lo va a empeorar.
El próximo proyecto que tiene en mente es retratar Europa. "Será un reportaje humano sobre la decadencia de este continente", apunta. Él ama su profesión y, aunque recomienda entre risas a los futuros fotoperiodistas dedicarse a la abogacía, reconoce que su labor no es fácil. "Retratamos personas, tragedias, alegrías... Hay que pensárselo mucho antes de dedicarse a esto", concluye.
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