Los habitantes de Gaza llevan tres años sometidos al bloqueo draconiano de Israel y sobreviviendo con lo mínimo
ÓSCAR ABOU-KASSEM MADRID 01/06/2010
Fidaa Talal era una joven palestina a la que se le diagnosticó un linfoma de Hodgkin en 2007. Tenía 19 años y comenzó un tratamiento en el hospital Shifa de Gaza. Dos años después su salud se deterioró y los médicos palestinos solicitaron su traslado al hospital israelí de Tel HaShomer para realizar un trasplante de médula, algo imposible de hacer en Gaza. El hospital Tel HaShomer aprobó su operación para el 23 de septiembre de 2009 pero las autoridades israelíes no le concedieron el permiso para abandonar la Franja. El proceso fallido se repitió en dos ocasiones más. Talal falleció el 11 de noviembre de 2009. Un día después llegó el permiso israelí para recibir el tratamiento fuera de Gaza.
"Tenemos muchos casos en la misma situación", cuenta en conversación telefónica desde Gaza el doctor Emad Al Masdalawi. "Ahora mismo no tenemos electricidad. Nos falta de todo. Sólo tenemos una máquina de ventilación asistida. Si estamos operando y se corta la luz tenemos que recurrir a masajes cardiovasculares para mantener vivos a los pacientes. No tenemos ni gasolina para los generadores de emergencia", cuenta Masdalawi, cirujano en el hospital Shifa de Gaza.
"No tenemos ni gasolina para los generadores de emergencia", cuentan desde el hospital Shifa
"Necesitamos formarnos fuera para poder hacer frente a los nuevos casos que tratamos, como las quemaduras por el fósforo blanco israelí. Faltan medicamentos. No tenemos ni para hacer escayolas. Las máquinas de diálisis se van estropeando y no las podemos reparar", se lamenta Masdalawi.
Nada se ha podido renovar ni actualizar en la Franja desde que en junio de 2007 Hamás se hiciera con el control de Gaza tras una sangrienta guerra intestina de los integristas contra las fuerzas de seguridad del presidente Mahmud Abás. Con el argumento de aislar a Hamás e impedir que el grupo tenga acceso a materiales que le permitan armarse, Israel ha impuesto un férreo bloqueo a todo tipo de productos.
Mientras los palestinos reclaman a la comunidad internacional el levantamiento del bloqueo, el Gobierno israelí se empeña en afirmar que en Gaza no se vive una crisis humanitaria como, por ejemplo, en Sudán.
"Si el 80% de la población vive de la ayuda humanitaria es evidente que existe una crisis humanitaria en la zona. Cuando muchos de los materiales que Israel no permite entrar son etiquetados como artículos de lujo, como el chocolate, se están contradiciendo. Cuando Israel dice que entran camiones con productos, es cierto; pero no en las cantidades necesarias. En 2007 entraban 3.000 camiones semanales. La semana pasada fueron 540", afirma Raquel Martí, directora ejecutiva del comité español de la Agencia de la ONU para los refugiados de Palestina (UNRWA).
"Motivos de seguridad"
Las listas de los artículos permitidos cambian cada día, complicando los envíos de ayuda. Escudándose en "motivos de seguridad" Israel ha reducido la lista a lo más elemental. "Durante más de dos años no se nos ha permitido entrar papel para nuestras escuelas en Gaza. Recientemente nos dejaron meter unos libros sobre derechos humanos pero nos obligaron a quitar todas las grapas de los libros por motivos de seguridad", cuenta Martí como ejemplo.
"Para los niveles de vida europeos es como vivir en una granja de animales", dice Sourani
El material más demandado es el cemento. Tras la operación Plomo Fundido del año pasado en la que unas 60.000 casas quedaron dañadas por los bombardeos israelíes, los palestinos han tenido que recurrir al adobe como medida de urgencia.
"Para los niveles de calidad de vida europeos es como si los 1,7 millones de habitantes de Gaza vivieran en una granja de animales", afirma el principal activista palestino, Raji Sourani, premiado en Estados Unidos y por Amnistía Internacional.
"En ningún otro lugar del planeta se ha practicado un crimen contra la humanidad como este y debe ser castigado como tal. Ni las Naciones Unidas ni ninguna ONG duda de que se trate de una crisis humanitaria de primer orden. La gente no puede salir para recibir tratamientos médicos, ni para estudiar en el extranjero, ni para trabajar en otros países, ni para casarse. Es una situación kafkiana en la que lo único que ha conseguido Israel es fortalecer a Hamás", explica Sourani desde El Cairo.
Las ONG que cooperan en Gaza se han tenido que adaptar a la realidad. Mohammed Sawa, que trabaja para una ONG italiana resume su involución: "Antes reparábamos carreteras y edificios. Ahora sólo encontramos materiales de mala calidad a través de los túneles. Pero nos cuestan el triple, así que nos limitamos a pintar paredes y cuidar los parques".
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