ZIGOR ALDAMA - Seúl
ELPAIS.com - Sociedad - 19-06-2010
El paralelo 38 no es más que una de esas líneas imaginarias que, con la ayuda de los meridianos, permiten al ser humano ubicar un punto en el globo terráqueo. Pero, a su paso por la península de Corea, cobra vida y deja de ser un concepto sin consecuencias. Se convierte en una muralla infranqueable más propia de otros tiempos, en un desubicado trozo del Telón de Acero, que separa a dos hermanas técnicamente en guerra.
Al norte, el régimen estalinista de Kim Jong-il utiliza la hoz y el martillo para asegurarse de que los 23,5 millones de habitantes no sacan su cabeza fuera del mayor agujero negro político del planeta, cuya miseria económica y ambición militar han llevado a la continua deforestación del territorio. Al sur, el neoliberalismo más feroz ha creado uno de los tigres asiáticos que ruge con más fuerza y, en un cuarto de siglo, ha convertido a un país que por sus estadísticas podría estar en el África subsahariana, en un rival económico de Europa y Japón. A costa de un brutal proceso de urbanización y una polución en aumento constante que han llevado a la desaparición de casi el 40% de los mamíferos y el 60% de los anfibios.
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