JOSÉ-CARLOS MAINER
La historia de la novela española posterior a 1939 ha sido habitualmente contada como un relato unitario, dotado de principio, trama y fin. Lo hizo el veterano y admirable libro de Eugenio G. de Nora, La novela española contemporánea, al presentarla como la conclusión de una marcha que la narrativa española emprendió en 1898 en pos del realismo crítico. En 1970, el expresivo subtítulo que Gonzalo Sobejano puso a su Novela española de nuestro tiempo, 'En busca del pueblo perdido', explicitaba mucho de su propósito, igual que -aunque de otro modo- lo hacía el de 'Historia de una aventura' con el que José María Martínez Cachero apostillaba su título de 1972, La novela española entre 1939 y 1969: el primero contaba un despertar político-literario en tiempo de penitencia y el segundo exoneraba paladinamente al franquismo de cualquier responsabilidad en el desaguisado. Incluso quienes se han asomado a este recuento desde la condición de partícipe o la de observador ocasional han adoptado la misma perspectiva causal: pienso en la excelente síntesis de Aranguren, 'El curso de la novela española contemporánea', incluida en sus Estudios literarios (1976) y en el reciente testimonio de Miguel Delibes, España (1936-1950): muerte y resurrección de la novela (2006).
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