DIANA MANDIÁ - Santiago
Titanio, azufre y volframio pasaron por la costa de Balarés, en Ponteceso, con distinta fortuna. El primero era el mineral que oficialmente se extraía de la arena de la playa desde la posguerra. Su explotación supuso el primer trabajo remunerado de muchos vecinos que, todavía adolescentes, quisieron apoyar con sus pequeños sueldos la maltrecha economía familiar. Muy distinto fue el paso del azufre por la Costa da Morte: lo traían a Balarés para tratarlo, pero dejaron de hacerlo porque a muchos trabajadores se les caía el pelo y les salían manchas en la piel. Con el volframio se recrudeció el contrabando: llegaba a Balarés a escondidas, por una carretera inusual para un lugar sin núcleos de población, y allí lo mezclaban con el titanio. La de Balarés fue una explotación corta en el tiempo que cayó en el olvido cuando se acabó el filón, más pobre que el de las otras minas de la comarca, como la de caolín en Laxe o las de volframio de Monte Neme. Hace unas semanas, el estreno de un documental promovido por Montebranco, asociación cultural de Ponteceso, rescató Titania S.A, la efímera empresa que encabezó la aventura, para la historia de la minería gallega del siglo XX.
Ningún comentario:
Publicar un comentario