El Museo del Gulag de Moscú expone 150 imágenes manipuladas por el
estalinismo en la muestra 'El comisario desaparece'
IGNACIO ORTEGA (EFE) Moscú 18/04/2012
Los
"enemigos del pueblo soviético" morían dos veces: una al ser
fusilados o enviados al GULAG, y otra al desaparecer de las imágenes oficiales
por el arte de magia de la manipulación fotográfica.
"Yo
creo que fue iniciativa personal de Stalin, que, empujado por el miedo,
decidió liquidar no sólo físicamente a sus rivales, sino también cualquier
rastro de su personalidad", aseguró Irina Galkova, comisaria de la
exposición fotográfica "El comisario desaparece".
La muestra
es un repaso de la ignominia de las purgas estalinistas, que tuvieron como víctimas
tanto a dirigentes bolcheviques (Trotski, Kámenev, Zinoviev, Bujarin o
Yezhov), como a grises comisarios y a millones de inocentes ciudadanos.
"Antes
no existía el 'photoshop', por lo que los soviéticos no tenían por qué
sospechar que esas fotos oficiales habían sido retocadas. Ahora, tendrán la
oportunidad de ver las imágenes originales", añadió Galkova.
El Museo del
GULAG de Moscú es el escenario ideal para albergar 150 de los cientos de
imágenes recogidas por el artista británico David King, quien decidió
crear la colección cuando en un viaje a la Unión Soviética en 1970 intentó
encontrar fotos de León Trotski.
"¿Y
para qué necesita usted a Trotski? Para la revolución, Trotski es una figura
insignificante. En cambio, Stalin es otra cosa", le dijeron en una
visita al archivo estatal de documentos fotográficos de la capital soviética.
Entonces,
cayó en la cuenta de que Trotski no sólo había desaparecido de las
conversaciones diarias, sino también del imaginario colectivo nacional, ya que
era casi imposible encontrar su rostro fotografiado.
"Los
mataban dos veces", concluyó.
El caso más
famoso de falsificación fotográfica y, por tanto, histórica, es el famoso
discurso pronunciado en mayo de 1920 por Lenin, que se dirige enérgicamente al
pueblo subido en un estrado de madera, en cuyas escaleras se encuentran Trotski
y Kámenev.
Cuando ambos
cayeron en desgracia, los censores soviéticos borraron sus imágenes de la foto,
en un intento de borrar el mismo recuerdo de ambos dirigentes bolcheviques para
que no hicieran sombra al único sucesor del fundador del Estado totalitario:
Stalin.
La tenacidad
de los obsesivos censores refleja mejor que cualquier otro documento histórico
el ánimo de su tiempo, como es el caso de la foto de 1926 en la que Stalin posa
junto a otros cuatro dirigentes comunistas: Antípov, Kírov, Shvernik y
Komarov.
En los años
siguientes, según se recrudecían las luchas intestinas por el poder tras la
muerte de Lenin, cada uno de los compañeros de viaje de Stalin fueron
desvaneciéndose, hasta que éste se quedó sólo en la foto y en el Kremlin.
Nikolái
Yezhov es sin lugar a dudas uno de los personajes más siniestros de la historia
soviética, ya que, al frente de la NKVD, precursora del KGB, dirigió las
represiones estalinistas hasta su detención en 1939.
Su misma
presencia se volvió incómoda para el tirano, quien temía que se le acusase
directamente de las matanzas, por lo que ordenó su ejecución en 1940, y fotos
como en la que aparecen juntos supervisando las obras del canal del Volga, fue
retocada y Yezhov desapareció de la historiografía oficial.
El retocado
de fotos se convirtió en una auténtica industria, en la que tanto se borraban
las arrugas y el ceño fruncido del rostro de Stalin, como los papeles tirados
en el empedrado por el que caminaban los dirigentes, como compañeros de Lenin
de la lucha clandestina contra los zares con los que acabó enemistándose.
Continuamente
de los museos soviéticos se retiraban por motivos políticos fotografías, que
eran tratadas con escalpelo y pulverizadores de tinta, tras lo que retornaban
ya retocadas, de forma que sólo los más avezados notaban los cambios y las
ausencias.
En
particular, la exposición cuenta la historia del fotógrafo y diseñador
soviético Alexandr Rodchenko, quien fue enviado en 1934 a Uzbekistán
para realizar un álbum para el décimo aniversario de la inclusión de la
república centroasiática en la URSS.
Tres años
después el álbum fue requisado, ya que incluía las imágenes de muchos
dirigentes que habían sido fusilados o deportados, y Rodchenko tuvo que
emborronar con tinta negra sus rostros, que, como se puede apreciar en la
muestra, parece que les han arrebatado el alma.
Los
estalinistas acuñaron el concepto de "responsabilidad personal", por
lo que la misma tenencia de fotos de "enemigos del pueblo" podía
acarrear penas de cárcel a su propietario, por lo que los ciudadanos soviéticos
se apresuraron a contribuir activamente a la campaña de falsificación.
En
su mayoría, esos personajes históricos no volvieron a ver la luz hasta la
Perestroika o, en el peor de los casos, hasta la caída de la Unión Soviética,
aunque unos pocos fueron rehabilitados tras la muerte de Stalin en 1953.
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