Los dos movimientos tuaregs se fusionan y proclaman la
independencia de un inmenso territorio en el norte de Malí
Ha nacido el Estado islámico del Azawad en el que imperará la sharía
(ley islámica). No goza de reconocimiento internacional, pero su fundación fue
celebrada, el sábado por la noche, con disparos al aire y gritos de "Alá
ha ganado" en las ciudades de Tombuctú y Gao, en el norte de Malí que los
tuaregs llaman Azawad.
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Las dos guerrillas tuaregs
alcanzaron el sábado en Gao, tras varios días de negociación, un acuerdo para
fusionarse, proclamar la independencia del territorio situado a 1.200
kilómetros de Canarias -abarca 830.000 kilómetros cuadrados, 1,3 millones de
habitantes y tres ciudades con sus aeropuertos- formar un Gobierno paritario y
crear una chura (asamblea consultiva) en la que la tendencia islamista
ocupará dos tercios de los escaños.
El acuerdo, a juzgar por las informaciones comunicadas por los portavoces
tuaregs, supone una victoria relativa de la corriente islamista radical, aunque
no terrorista, de Ansar Dine
(Defensores de la Fe), sobre los laicos separatistas del Movimiento Nacional de Liberación del Azawad
(MNLA).
Estos logran que los primeros acepten proclamar la independencia, pero
ceden en el resto. El Corán y la Suna "serán la fuente del derecho",
señala el texto del documento suscrito por representantes de ambos grupos. El
líder del Azawad durante esta transición será además Iyad Ag Ghali, que actuó
como mediador en varios secuestros de occidentales perpetrados por los predecesores
de Al Qaeda y después fue destinado al consulado de Malí en Yeda donde se
radicalizó.
El pacto entre ambas facciones omite mencionar a la rama magrebí de Al
Qaeda (AQMI) y a otro pequeño grupo terrorista, el Movimiento para la Unicidad
del Yihad en África Occidental (MUYAO), implantados en el Azawad. Entre ambos
tienen en su poder a 20 rehenes, dos de ellos españoles capturados por el MUYAO
en octubre cerca de Tinduf (suroeste de Argelia).
Los árabes de AQMI han luchado codo con codo con los tuaregs de Ansar Dine
para expulsar del Azawad, a finales de marzo, al Ejército regular de Mali.
Aunque los otros tuaregs, los moderados del MNLA, aspiraban a que los
“barbudos” se retirasen de ciudades y pueblos, los hombres en armas de AQMI
siguen deambulando por sus calles. Sus jefes negocian desde hace días en
Tombuctú con Ansar Dine cuál será su estatuto en el Azawad independiente.
Abdelmalek Droukdel, el argelino que desde las montañas de Cabilia (noreste
de Argel), capitanea la rama magrebí de Al Qaeda, instó, el jueves, a no
desaprovechar la oportunidad de instaurar un Estado islámico en el Azawad.
Pidió a sus hombres que "desarrollasen todas sus actividades de aplicación
de la sharia al amparo de Ansar Dine" y que solo utilizasen el nombre de
AQMI para "la yihad global". Les instó además a "evitar
problemas" con el MNLA.
"Es un error imponer todas las reglas del islam de golpe",
proseguía Droukdel en un mensaje enviado a la web mauritana Sahara Media, que maneja buena información
sobre Al Qaeda. Hay que aplicarlas "gradualmente" aunque los locales
donde se consume droga, alcohol o se practica la “inmoralidad” sí deben ser
cerrados de inmediato. También hay que brindar seguridad a la población.
La sharia empieza ya a regir en el Azawad. Adar Koima, animador de
la emisora de radio de Gao, ha sido condenado a 80 latigazos e inhabilitado a
ejercer su profesión por haber contado en antena que los imanes de la ciudad
habían rogado a los islamistas en armas que se machasen, según narra el
corresponsal en el norte del diario “Le Combat” de Bamako. La emisora local ya
no puede difundir música y su programación se compone de la lectura del Corán,
sermones y noticias.
La rebelión armada tuareg se reanudó, en el norte de Malí, en enero, pero
cobró fuerza tras el golpe de Estado que el capitán Amadou Haya Sanogo dio el
22 de marzo para derrocar al presidente constitucional Amadou Toumani Toure. Un
mes después se inició una transición con el nombramiento de un civil, Diondunda
Traoré, como presidente, y un Gobierno interino. Pero Sanogo sigue ejerciendo
el poder en la sombra.
Las autoridades de Bamako y los dignatarios del norte del
país refugiados en la capital evocan con frecuencia la necesidad de reunificar
el país, pero el Ejército regular está hecho trizas y difícilmente podrá
reconquistar el Azawad, un territorio cuya superficie supone el 65% de la de
Malí.
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